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La irracionalidad de una cosa no es un argumento en contra de su existencia, sino más bien una condición de la misma.
Friedrich Nietzsche
... yo atravieso con una sombría cautela ese manicomio que ha sido el mundo durante milenios enteros, ya se llame cristianismo, o fe cristiana, o Iglesia cristiana - me guardo de hacer responsable a la humanidad de sus enfermedades mentales.
La grandeza del hombre está en ser un puente y no una meta: lo que en el hombre se puede amar es que es un tránsito y un ocaso.
No hay oídos para lo que no se tiene acceso desde la vivencia.
Pablo, el odio, hecho carne, hecho genio, del chandala a Roma, a el mundo el judío eterno por excellence...
En toda espiritualidad independiente, en toda voluntad autónoma, en toda inteligencia elevada, se presiente un peligro, por ello ofende y engendra desconfianza.
La falta completa de limpieza psicológica en el sacerdote - que se delata en su mirada- es un fenómeno consecutivo de la décadence, -...
Muchas breves tonterías: eso se llama entre vosotros amor. Y vuestro matrimonio pone fin a muchas breves tonterías en la forma de una única y prolongada estupidez.
Todo lo miserable, lo sufre que de sí mismo, lo atormentado por malos sentimientos, el entero mundo-ghetto del alma, ¡de un golpe, encumbrado! - Basta leer a cualquier agitador cristiano, a San Agustín, por ejemplo, para comprender, para oler qué sucia pandilla se encumbró de ese modo.
Hay que mantener sujeto el corazón; pues cuando se lo suelta no se tarda en perder la cabeza.
Somos un pedazo del destino, formamos parece del todo, estamos en el todo.
Cuando la verdad entre en colisión con la mentira de milenios sufriremos convulsiones.
No que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra.
La instrucción en los grandes Estados será, cuando más, mediocre, por la misma razón que en las grandes cocinas se hace todo medianamente.
El hombre es para la mujer un medio; el fin es siempre el hijo.
Amamos la vida no porque estamos acostumbrados a vivir sino a amar.
La profesión es una actividad elegida en contra de los propios instintos.
Inexpresable y sin nombre es aquello que constituye el tormento y la dulzura de mi alma, y que es incluso el hambre de mis entrañas.
Cuando dos antiguos amigos se vuelven a encontrar después de una larga separación, sucede muchas veces que afectan tener interés por cosas que les han llegado a ser completamente indiferentes; a veces lo notan ambos y no se atreven a descorrer el velo, a causa de una duda un poco triste. Así es como ciertas conversaciones parecen sostenerse en el reino de los muertos.
¿No es vuestra almaacasopobreza y suciedad y un lamentable bienestar?
Hay días en que me invade un sentimiento más negro que la más negra melancolía - el desprecio a los hombres. Y para no dejar ninguna duda sobre qué es lo que yo desprecio, sobre quién es el que yo desprecio: es el hombre de hoy, el hombre del que yo soy fatalmente contemporáneo.
Solamente aquel que contribuye al futuro tiene derecho a juzgar el pasado.
El cristiano es sólo un judío de confesión más libre.
¿Quién nos contara alguna vez la historia de los narcóticos, que es casi la historia de la cultura, de la denominada cultura superior?
En la realidad no ocurre nada que corresponda rigurosamente a la lógica.
El deleite de las pequeñas malicias nos ahorra más de una gran maldad.
Los hombres superiores no se hacen por la fuerza de sus sentimientos, sino por la duración de los mismos.
Y aun la ceguera del ciego y su andar a tiento han de dar fe del poder del sol que miró...
El espíritu puro es una pura estupidez: si quitamos de la cuenta el sistema nervioso y los sentidos, la envoltura mortal, erramos el cálculo...
Hay hombres tan arrogantes que no saben alabar a un gran hombre a quien admiran, sin representarlo como un eslabón o un sendero que conduce a ellos mismos.
Exceso de trabajo, curiosidad y simpatía, nuestros vicios modernos.
El hombre condicionado de esta manera transforma las cosas hasta que se tornan reflejos de su perfección. Esta transformación en lo perfecto es el arte.
Los insectos no pican por maldad, sino para vivir. Es lo mismo que los críticos: quieren nuestra sangre, no nuestro dolor.
Ahora os pido perderme y encontraros a vosotros mismos. Sólo cuando me hayáis repudiado volveré a estar con vosotros.
Siempre hay un niño en el verdadero hombre.
La persona que tiene mucha alegría es necesariamente buena: pero tal vez no sea la más lista, aunque consigue precisamente aquello que la más lista trata de conseguir con toda su listeza.
En la elección de la alimentación, del lugar, del clima y de las distracciones gobierna un instinto de autoconservación.
¡Seamos francos! Las cruzadas, ¡piratería superior, nada más!
Lo necesario es que el hombre llegue a estar contento de sí mismo, independientemente de que ello lo consiga con este o con aquel tipo de arte o poesía.
Y en esa fugaz felicidad ebria que solo el que más sufre experimenta.