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La proyección de la culpa evita asumir la responsabilidad de los propios actos: el problema son los demás que no los entienden.
Franz Kafka
Dos pecados capitales existen en el hombre, de los cuales se engendran todos los demás: impaciencia e indolencia. Fue a causa de la impaciencia que lo han expulsado del paraíso, al que no puede volver por culpa de la indolencia. Aunque quizá no existe más que un sólo pecado capital: la impaciencia. La impaciencia hizo que lo expulsaran, es con motivo de la impaciencia que no regresa.
El hueco que la obra genial ha producido a nuestro alrededor es un buen lugar para encender nuestra pequeña luz. De allí la inspiración que irradian los genios, la inspiración universal que no sólo nos impulsa a la imitación.
No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives.
A partir de cierto punto en adelante no hay regreso. Es el punto que hay que alcanzar.
Afortunadamente la incongruencia del mundo es de índole cuantitativa.
Relaciones que cambian constantemente, que nunca llegan a ser en verdad cordiales, y en las que no tienen cabida los sentimientos.
Existían obstáculos concretos, pero la vida consiste precisamente en aceptar dichos obstáculos.
Parece admirarse de que yo haya abordado el tema, inclusive pienso que me lo reprocha. Esto hace que sea más necesario hablar de estas cosas. Lo lamentable es que solamente lo pueda hacer con una anciana.
Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?... Un libro tiene que ser un hacha que rompa el mar de hielo que llevamos dentro.
El mejor método para matar gatos, que siempre se aferran tenazmente a la vida: apretarles el cuello en una puerta abierta y tirarles la cola.
Dos posibilidades: hacerse infinitamente pequeño o serlo. La segunda es solución, por lo tanto éxtasis; la primera comenzar por lo tanto a actuar.
Para evitar un error de expresión: lo que se deshace se deshace pero no se lo puede destruir; aquello que hace falta destruir muy activamente hay que tenerlo antes muy oprimido.
Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas.
Tú sólo puedes tratar a un niño de la manera como estás hecho tú mismo.
Si se llega a un punto determinado, ya no hay regreso posible. Hay que alcanzar ese punto.
La literatura es siempre una expedición a la verdad.
Nunca había estado en este lugar: se respira de otra manera, a su lado una estrella fulgura con más resplandor que el sol.
La avaricia, sin duda, es uno de los signos más auténticos de la infelicidad profunda.
Toda revolución se evapora y deja atrás sólo el timo de una buena burocracia.
La necesidad metafísica sólo es la necesidad de la muerte.
Una de las formas de seducción del mal más efectivas es la incitación a la lucha.
Como un camino de otoño: no se alcanza a barrerlo, que ya está de nuevo todo cubierto de hojas marchitas.
¡Por última vez psicología!
Lo importante es transformar la pasión en carácter.
La defensa no está expresamente permitida por la ley; la justicia se limita a sufrirla y hasta se pregunta si el articulo del código que parece tolerarla, la tolera realmente.
Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece.
Las manos de las mujeres adelantan mucho calladamente.
Interpretas mal los hechos -dijo el sacerdote-, la sentencia no se pronuncia de una vez, el procedimiento se va convirtiendo lentamente en sentencia.
Una fe como una guillotina, tan pesada, tan ligera.
A Schubal no quiero hablarle, hasta lamento haberle dado la mano, y todos los demás que aquí se encuentran sólo son cascaras vacías.
Yo soy la novela. Yo soy mis historias.
Es solo por su estupidez que algunos pueden estar tan seguros de sí mismos.
He obedecido una vez sin razón a la llamada de la campanilla nocturna; es irreparable para siempre.
Todos los errores humanos son fruto de la impaciencia. Interrupción prematura de un proceso ordenado, obstáculo artificial levantado al derredor de una realidad artificial.
Solo a veces, de noche, cuando vuelven tarde de alguna fiesta, sus vestidos parecen raídos ante el espejo, deformados, sucios, ya observados por demasiada gente y casi impresentables.
¿Por qué nos lamentamos a causa del pecado original? No fue por su culpa que se nos ha expulsado del paraíso terrenal, sino por causa del árbol de la vida con el objeto de que no comiésemos sus frutos.
No dejes que el mal te confunda y creas que puedes tener secretos para él.
El miedo ante la unión, ante el fluir hacia la otra parte. Entonces ya no estoy nunca más solo.
En un tiempo no podía comprender por qué no recibía respuesta a mi pregunta, hoy no puedo comprender como pude estar engañado hasta el extremo de preguntar. Pero no es que me engañase, preguntaba solamente.