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Dime lo que lees y te diré quien eres; eso es verdad, pero te conoceré mejor si me dices lo que relees.
François Mauriac
No hay más camino, para aprender a amar, que el conocimiento de sí mismo, que esa mirada sin ilusión que, a través de nosotros mismos alcanza a toda la humanidad miserable.
La lectura, una puerta abierta a un mundo encantado.
El tiempo siempre está maduro, la pregunta es para qué.
Cada uno somos un desierto.
No son nuestros libros lo que sobreviven, sino nuestras pobres vidas, las que subsisten en las historias que narramos en ellos.
Un viejo sólo existe por lo que posee. Desde el momento que no posee nada, se le arrumba con la basura. A esta edad avanzada sólo se puede escoger entre el asilo y la fortuna.
Los seres destinados a ser amados son, a pesar de todo, odiados por aquellos otros seres a quienes nadie nunca puede amar.
Los seres que mejor conocemos, ¡cómo los deformamos en cuanto no están junto a nosotros!
Los hombres de estado son como los cirujanos: sus errores son mortales.
Lo más horrible de este mundo es la justicia separada de la caridad.
El que primero se duerme ha facilitado el camino para que el que sobrevive no tenga miedo al sueño eterno.
El amor de las mujeres por los hombres no es un muro a cuyo amparo ellos se puedan refugiar; es un obstáculo que se ha de franquear para vivir.
Los esposos están tan mezclados el uno al otro, tan confundidos, que las leyes ordinarias del amor ya no se refieren a ellos.
Escribir es recordar, pero leer también es recordar.
El día que tú no ardas de amor, muchos morirán de frío.
Los seres más mediocres pueden ser grandes sólo por lo que destruyen.
Siempre es el niño el que llora como sabe llorar, tengamos diez o cincuenta años.
No confundáis a Jesús, el maestro, con los pobres hombres que le siguen de lejos. No esperéis que su inconsecuencia pueda serviros eternamente de excusa.
De nada sirve al hombre ganar la Luna si ha de perder la Tierra.
¡Pobres los que se hacen las preguntas y las respuestas para persuadirse de que no están solos!
Los jóvenes sólo pueden entenderse entre ellos. Es muy difícil que una persona mayor escuche y comprenda a un joven.
La mayoría de los hombres se parecen a grandes palacios abandonados: ocupan sólo unas pocas habitaciones y han cerrado las alas donde nunca se aventura.
No siento el menor deseo de jugar en un mundo en el que todos hacen trampas.
Nuestra vida vale lo que nos ha costado en esfuerzo.
¡Qué poco cuesta construir castillos en el aire y qué cara es su destrucción!
No es sufrirpoder rumiar su sufrimiento, fuera de toda violencia.
El amor busca en los seres, más allá de la carne, un secreto de ardor, de ciencia y de astucia que sólo tienen los que han vivido mucho.
Nada nos puede impedir sentir esta maravillosa felicidad de ser preferidos a otros.
La muerte no nos roba los seres amados. Al contrario, nos los guarda y nos los inmortaliza en el recuerdo. La vida sí que nos los roba muchas veces y definitivamente.
Cuando uno se embarca para cualquier lugar es como si ya hubiese llegado.
Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino también puede llegar a ser un buen vinagre.
El arte de vivir es sacrificar una pasión baja por otra mas alta.
El miedo es el principio de la sabiduría.
Incluso la pasiónculpable nos descubre siempre el misterio de un alma, y toda una vida de estigmas no altera el esplendor de un ser tal como nos lo brinda el amor.
¡Es tan terrible el mal cuando una apariencia de amor no lo enmascara!
La gentileza siempre es un signo de traición.
No nos hemos de dejar engañar por las malas acciones de la gente buena. Se puede ser bueno, misericordioso, desinteresado, y ser también capaz de una mala acción.
La calumnia siempre es sencilla y verosímil. Y en esto se diferencia muchas veces de la verdad.
Los peores verdugos son los que tienen buen corazón, y con el pretexto de enternecimiento dan, doce hachazos, cuando con uno hubiera sido suficiente.