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No te detengan los juicios humanos; descarga tu conciencia y no temas sino a Dios.
Francisco de Sales
Es mejor estar en la cruz con el Salvador que mirarle solamente.
Bienaventurados los corazones flexibles, porque no se romperán.
La Cruz es de Dios, pero es Cruz porque no nos abrazamos a ella; puesto que si estuviéramos firmemente resueltos a querer la que Él nos envía, dejaría de ser cruz. Es Cruz porque no la queremos, pero si es de Dios, ¿por qué no la queremos?
Es común que quienes se perdonan demasiado son más rigurosos con los demás.
¿Queréis que no os sea sensible la pérdida de las cosas del mundo? No deseéis con ansia lo que no tenéis, ni améis con exceso lo que poseéis.
Tenemos que permanecer en la barca en que estamos mientras dura el trayecto de esta vida a la otra. Y debemos hacerlo de buen grado y con amor; porque, aunque algunas veces no haya sido la mano de Dios la que nos ha puesto allí, sino la de los hombres, una vez en la barca, estamos allí porque Dios lo quiere, por lo que debemos seguir en ella de buena gana y con gusto.
Quien dice que ama a Dios, a quien no ve, y no ama a sus hermanos, a quienes ve, ese es un mentiroso.
La ciencia que sirve para hacernos orgullosos y que degenera en pedantería no vale mas que para deshonrarnos.
Querer ser pobre y no sufrir por ello incomodidad, es querer el honor de la pobreza y la comodidad de las riquezas.
En nosotros todo lo excusamos; en los prójimos, nada; queremos vender caro y comprar barato.
Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo.
Nadie llega jamás a la inmortalidad sino por el camino de la aflicción, y he aquí un gran motivo de consuelo para todo en nuestras penas.
Las mismas miserias de la vida se convierten en delicias celestiales si sabemos encontrar en ellas el placer de cumplir la voluntad de Dios.
No puede ser sino vanidad, lo que no sirve para la eternidad.
Habéis de ser paloma, no solamente al volar en la oración, sino también en el nido y con todos los que están a vuestro alrededor.
En esta vida la paciencia ha de ser el pan de cada día; pero la necesitamos en particular para nosotros, porque nadie se nos hace tan pesado como nosotros mismos.
Las penas, consideradas en sí mismas, ciertamente no pueden ser amadas, pero consideradas en su origen, es decir, en la Providencia y Bondad divina que las ordena, son infinitamente amables.
Rebuscar los defectos ajenos es signo de no ocuparse de los propios.
Las mortificaciones que no van condimentadas con la salsa de nuestra propia voluntad son las mejores y las más excelentes, como las que nos tropezamos por la calle, sin pensar en ellas ni buscarlas, y las de cada día, aunque sean pequeñas.
Por mucho que se diga, el corazón habla al corazón, mientras que la lengua no habla más que a los oídos.
La belleza, para ser agradable, debe ser ignorada.
En mayor o menor medida todos perseguimos la amistad con Dios, pero únicamente las almas generosas -y, por supuesto, en muy diversos grados- penetran en la intimidad de Dios. ¡Qué diferencia a este respecto, entre un cristiano corriente, que vive en estado de gracia pero con tibieza, y el santo que pone en sus obras un gran amor!
No mantengas amistad alguna más que con aquellos que puedan compartir contigo cosas virtuosas; cuanto más excelsas sean las virtudes que cultivéis más perfecta será vuestra amistad.
La prueba de un predicador es cuando su congregación no sale diciendo qué sermón más bonito, sino haré algo.
Estamos en el buen camino. No miréis ni a derecha ni a izquierda, porque éste es el mejor para nosotros. No nos distraigamos en considerar la hermosura de otras vías, saludemos simplemente a quienes transitan por ellas y digámosles con sencillez: que Dios nos guíe hasta encontrarnos en su morada.
Antes de juzgar al prójimo, pongámosle a él en nuestro lugar y a nosotros en el suyo, y a buen seguro que será entonces nuestro juicio recto y caritativo.
Soportad con toda dulzura las pequeñas ofensas, las ligeras molestias y privaciones que sufrís a diario, pues con todas estas menudas ocasiones, si las aprovecháis con amor y dilección, ganaréis enteramente su Corazón y será todo vuestro.
La Cruz es de Dios, y no debemos sólo mirarla sino conformarnos con ella, como haríamos con una persona con la que nos viéramos obligados a convivir. Sin pensarlo más, hay que cargar con ella dulcemente, tomando las cosas con sencillez, como venidas de la mano de Dios, sin más reflexiones. Desnudez y pura simplicidad de espíritu.
Las riquezas son verdaderas espinos; ellas punzan con mil espinos al adquirirlas, con muchas inquletudes conservándolas, con muchas disgustos gastándolas, y con muchas pesares perdiéndolas.
No debemos corregir nunca dejándonos llevar por nuestros sentimientos, sino únicamente por nuestra caridad.
Poned empeño en aprovechar las pequeñas ocasiones que Dios os va presentando, poned en ello vuestra virtud y no en desear grandes empresas; porque suele suceder que se deja uno vencer por un mosquito y está combatiendo contra monstruos imaginarios.
No, realmente yo no soy sencillo, pero amo tanto la sencillez que me asombro.
Ninguno diga: Dispongo sólo de un talento, no puedo lograr nada. También con un solo talento puedes obrar de modo meritorio.
Dios prefiere nuestra fidelidad en las cosas pequeñas que nos encomienda, mucho más que el ardor por las grandes que no dependen de nosotros.
No nos lamentemos, esforcémonos por someternos mansamente a la voluntad de Dios cuando lleguen esas pequeñas molestias diarias.
Dejar que digan, escucharlo, sufrirlo todo; no espantarse por nada y continuar con fidelidad y buen ánimo.
Esta vida es breve, la recompensa por lo que aquí hagamos será eterna. Practiquemos el bien, unámonos a la voluntad de Dios. Que sea ella la estrella que guíe nuestros ojos en esta travesía. Es la manera cierta de que lleguemos con bien.
Lo que se hace con precipitación nunca se hace bien; obrad siempre con tranquilidad y calma.
Si os halláis precisado a oponeros al dictamen de otro, hacedlo.