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Qué mudos pasos traes, ¡oh! muerte fría, pues con callados pies todo lo igualas.
Francisco de Quevedo
Mira que eres el que ha poco no fuiste y el que siendo eres poco y el que de aquí a poco no serás; verás como tu vanidad se castiga y se da por vencida.
Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga.
Bien acierta quien sospecha que siempre yerra.
No quieres inmortalidad porque lo dudas, sino porque la temes.
Bueno para rey el que tiene de rey y de hombre.
El mayor despeñadero, la confianza.
No es dichoso aquél a quien la fortuna no puede dar más, sino aquel a quien no puede quitar nada.
Conviene vivir considerando que se ha de morir; la muerte siempre es buena; parece mala a veces porque es malo a veces el que muere.
Debemos aborrecer los vicios, no las personas.
Una sola piedra puede desmoronar un edificio.
Mejor vida es morir que vivir muerto.
Virtud envidiada es dos veces virtud.
De la mujer, como de las otras cosas, usa; pero no te fíes.
Siempre hay quienes ponen malos nombres a la virtud, pero son siempre los que no merecen conocerla.
No hay amor sin temor de ofender o perder lo que se ama.
Ningún vencido tiene justicia, si lo ha de juzgar su vencedor.
Una asno viejo sabe más que un potro.
Bien puede haber puñalada sin lisonja, mas pocas veces hay lisonja sin puñalada.
Los pecados, para aborrecerlos, no es menester más que cometerlos.
Aquel monarca que de sus consultas elige por bueno lo que votaron los más, es esclavo de la multitud, debiendo serlo de la razón.
No hay cosa que más avive el amor que el temor de perder al ser amado.
Más fácil es hallar la fortuna que detenerla, como más fácil es ganar lo ajeno que conservarlo.
Cuerpo que no le arma su corazón, las armas le esconden; más no le arman.
Las mentiras del corazón comienzan desde la cara.
No hay verdadero amor donde hay alguna sospecha.
No es menos ofensiva arma la caricia en las mujeres, que la espada en los hombres.
La hipocresía exterior, siendo pecado en lo moral, es grande virtud política.
Los que de corazón se quieren sólo con el corazón se hablan.
La mayor señal de ser bueno es ni temer ni deber, y la mayor de la maldad es ni temer ni pagar.
Es nuestro deseo siempre peregrino en las cosas de esta vida, y así con vana solicitud anda de unas en otras sin saber hallar patria ni descanso.
Ruin arquitecto es la soberbia; los cimientos pone en lo alto y las tejas en los cimientos.
Ninguna cosa despierta tanto el bullicio del pueblo como la novedad.
Ayer se fue; mañana no ha llegado.
La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.
Más fácilmente se añade lo que falta que se quita lo que sobra.
El rico se ríe con el bufón, y el bufón se ríe del rico, porque hace caso de los que lisonjea.
Si quieres que te sigan las mujeres, ponte delante de ellas.
Matarse por no morir es ser igualmente necio y cobarde.
El amigo interesado mira a su amor propio; el verdadero, sólo al bien del amigo.