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Dígame... ¿Por qué en tales momentos se corta el aliento?
Fiódor Dostoyevski
¿Tengo yo la culpa de no poder soportar ahora un día de duda?
Si hay amor puede prescindirse de la felicidad. La vida es buena, inclusive con penas.
Después de un fracaso, los planes mejor elaborados parecen absurdos.
Pero ya sabe usted que quien ama no recuerda largo tiempo el agravio.
Quien ama los hombres, ama también su alegría.
La conciencia pertenece a un orden mucho más elevado que dos más dos. Es claro que después de dos más dos, no nos quedará ya nada sobre lo que obrar ni nada que descubrir.
La vergüenza, el amor, el orgullo, todo hablaba en mí al mismo tiempo.
Si el juez fuera justo, quizás el criminal no sería culpable.
Amo a la humanidad, pero, para sorpresa mía, cuanto más quiero a la humanidad en general, menos cariño me inspiran las personas en particular.
Ve a casa y no pienses en lo que te he dicho a propósito de la crítica. Yo no la temo, pues es ella la que está en una situación crítica. Me bastará con ser sabio y virtuoso para colocarme inmediatamente en el pedestal.
Un ser que se acostumbra a todo; tal parece la mejor definición que puedo hacer del hombre.
No se sabe el camino por el cual llega a conocer la verdad un hombre celoso.
Se me figura que hasta ahora me ha mirado como aquella emperatriz de la antigüedad que se desnudaba delante de su esclavo, pues no veía en él a una persona.
Hay otras cosas que no se revelan ni siquiera a sus amigos sino sólo para los adentros.
Un hombre siempre y en todas partes, elige actuar como se le antoja y no como le dicen la razón y sus intereses; puesto que es muy probable que sienta deseos de actuar contra sus intereses.
Es muy fácil vivir aparentando ser tonto. De haberlo sabido antes me habría declarado idiota desde mi juventud, y puede que a estas fechas hasta fuera más inteligente. Pero quise tener ingenio demasiado pronto, y heme aquí ahora hecho un imbécil.
El deseo es una manifestación de toda la vida humana, y aunque en esta manifestación nuestra vida revela a menudo toda su miseria, sigue siendo vida y no la mera extracción de una raiz cuadrada.
Es mejor el hombre que confiesa francamente su ignorancia, que quien finge con hipocresía.
Acaba uno por agotarse y siente que esa inagotable fantasía se agota con el esfuerzo constante por avivarla.
Si Dios no existe... todo está permitido; y si todo está permitido la vida es imposible.
Bajó los ojos y luego quiso mirarme pero no pudo. Durante algunos minutos probó a dominar su emoción, pero de pronto me volvió la espalda, puso los codos en la barandilla del muelle y se deshizo en lágrimas.
En dos segundos me ha hecho usted feliz para siempre. Si, feliz. Quien sabe, quizá me ha reconciliado conmigo mismo, quizá ha resuelto mis dudas... Quizá hay también para mi minutos así...
El verdadero dolor, el que nos hace sufrir profundamente, hace a veces serio y constante hasta al hombre irreflexivo; incluso los pobres de espíritu se vuelven más inteligentes después de un gran dolor.
La iniciativa debe partir de los hombres de talento.
Fácilmente se contraen hábitos de lujo y difícil se hace después prescindir de ellos, cuando se han convertido en necesidad.
Si podemos formularnos la pregunta: ¿soy o no soy responsable de mis actos?, significa que sí lo somos.
Al hombre le gusta ver a su amigo humillado ante él; para la mayoría la amistad está basada en la humillación.
En nuestro planeta, solo podemos amar sufriendo y a través del dolor. No sabemos amar de otro modo ni conocemos otra clase de amor.
Es posible que el objetivo de la vida del hombre sobre la tierra consista precisamente en esforzarse en forma constante por alcanzar una meta. Es decir que el objetivo mismo es la vida misma y no la meta, que por supuesto no debe consistir en dos más dos son cuatro. Y dos veces dos, damas y caballeros, no es ya la vida sino el comienzo de la muerte.
Me gusta que se equivoquen. En esto radica la superioridad del hombre sobre los demás organismos. Así llega uno a la verdad. Yo soy un hombre, y lo soy precisamente porque me equivoco.
Cuando digo que mira, miento. No mira, sino que contempla distraídamente. De modo que quizá sólo fugazmente, casi sin querer, puede ocuparse de lo que le rodea.
La verdadera seguridad se halla más bien en la solidaridad que en el esfuerzo individual aislado.
El hombre todo lo hace con algún designio...
A veces conviene soñar.
¿O fue creado para estar siquiera un momento en las cercanías de tu corazón?
Nada hay tan difícil como la franqueza, ni nada tan fácil como la adulación. La adulación es agradable, y todos la escuchan con cierta delectación, con una delectación grosera quizá, pero delectación al fin.
Siempre se tiene una historia ¿Ha vivido usted sin historia? ¿Cómo se explica eso?
La desgracia destroza el carácter del hombre. Pero la maldad le hace más desgraciado. Muchos son desgraciados sólo porque son malos. A todos nuestra parte de maldad nos hace desgraciados.
En vano escarba el soñador en sus viejos sueños, como si fueran ceniza en la que busca algún rescoldo para reavivar la fantasía, para recalentar con nuevo fuego su enfriado corazón y resucitar en él una vez más lo que antes había amado tanto, lo que conmovía el alma, lo que enardecía la sangre, lo que arrancaba lágrimas de los ojos y cautivaba con espléndido hechizo.