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Oiré la voz y obedeceré. ¡Estaré atento y abierto! A las puertas de mi ausencia está llamando la Verdad y la Vida. Tendré encendida mi lamparilla, el entendiendo.
Fernando González Ochoa
Casa es ya tu alma glorificada por tu amor.
Mi verdadera religión: adorar a la Intimidad en mi representación, sinceramente, sin otra finalidad; rendirme a la verdad viva y entregarme a quien sé que está en mí y yo en él.
Es el espíritu algo tan delicado que hasta la más sencilla sensación lo modifica. ¿Habéis visto esos muñecos que hacen cabriolas cuando se les tira de una cuerda? Pues idéntico es el espíritu. La sensación más sencilla lo modifica grandemente. ¡A sus cabriolas las llamo yo visiones espirituales!
Cuando un joven comprende que el secreto no está en lo que haga, en lo que diga, en el vestido, etc., sino en la energía interior, está maduro para la filosofía.
Estoy resuelto a seguir a Dios: la voz íntima, a pesar de las tentaciones. Cuando oiga la voz claramente no seré tentado. Estoy decidido a morir, a desnudarme hasta que oiga la voz que me subyugará: que la Voluntad que se manifiesta en el universo me guíe.
Soy un sucederse que sospecha o presiente que va a terminar, y que grita llamando a la Intimidad y no la halla... Padre, Padre, ¿por qué me has abandonado?
Quien huye de la vida es porque ama demasiado a la vida. Los hombres vulgares creen que un filósofo es un hombre de alma árida. Todo lo contrario. ¿Cómo puede analizar la vida el que no tiene el corazón repleto de vida? ¿Cómo puede conocer las pasiones, y los deseos, y los movimientos del alma, el que no tenga un alma atormentada?
La sabiduría es un producto del tiempo y de las experiencias. Ya puedes leerte todos los libros y no llegarás a sabio, en el verdadero sentido de la palabra. La felicidad es el premio de la vida. Nada se regala. Es cierto que se aprende estudiando; pero se aprende mal y nada acerca de los hombres y de la vida. Se aprenden enumeraciones. La vida es preciso vivirla.
A todo hombre le ocurren grandes aventuras, a pesar de que esté encerrado en un cuarto de diez metros, pues el tamaño de los sucesos individuales se mide por la repercusión en el alma.
Cuando el hombre es honrado embellece todo lo que hace y en este nivel todos los hombres somos iguales.
Silencio. ¡Cuán bello el silencio! Pero hay que aquietar este mundo interior. Hay muchos que gritan ahí dentro. El silencio es una conquista. No es el ruido externo lo que nos aturde; es el grito de las pasiones. No es aislarse; es desprenderse; el silencio no es un don sino un fruto difícil. Este silencio físico es apenas un medio para acallar la propia algarabía.
El hombre se ama a sí mismo en las cosas que ama. Cuando amamos una mujer, amamos un sueño. Vamos tejiendo alrededor de ella nuestros ideales; todos los instintos, como arañas van tejiendo su tela, hasta que al fin desaparece la mujer y sólo queda una ilusión engañadora.
No hablará mi lengua ni escribirá mi mano sino para examinar y buscar la Intimidad en mis vivencias. Gran respeto a los demás en las suyas, y ayudarles a entenderlas. Todo el amor y esmero que ponga ahí será poco.
Una cosa fundamental en la vida es saber lo que se quiere. Primero buscarlo como el que se asfixia busca el aire y finalmente pagar el precio.
Mientras que nosotros tenemos aspecto de promesa, de obra comenzada, de esbozo. Como animal, es detestable el hombre. El remordimiento comprueba que somos futuros diosecitos, o sea, herederos del reino.