Imágenes
El periodista debe escribir a gran velocidad porque si no corre el riesgo de que, al llegar al último renglón, ya no tenga actualidad el primero.
Fernando Fernán Gómez
En España no solo funcionan mal los que mandan, sino también los que obedecen.
No es que quisiera ser actor de cine, es que quería ser Clark Gable. Esto es lo que quería, y no nada más puro o más profundo.
Yo creo que puede existir perfectamente una amistad entre un hombre y una mujer, siempre que este hombre no sea yo.
El cine es un vehículo de expresión, pero no estoy muy seguro de que sea un arte.
Hacia la mitad del camino de mi vida, una mujer bellísima y muy inteligente con la que había tenido escasos días de intimidad me dijo mirándome con su mirada inolvidable: 'A ti no se te puede destruir Fernando. Tú ya estás destruido.
Tengo fama de gruñón. Lo reconozco y al mismo tiempo lo lamento. En cualquier caso, ya no estoy en edad de corregirme.
Con esto, yo lo que quiero es dar una lección, por mis muchos años, yo puedo permitir este gusto, a todos los que creen que el futuro esta en sus manos y no en las manos, de los que se han apoderado del futuro de todos nosotros.
El trabajo es un castigo. La Biblia lo dice. Lo impuso Dios y, que sepamos, no lo ha levantado. Ellas se esforzaban en que me pareciera natural el hecho de no tener padre y yo me esforzaba en que ellas no se dieran cuenta de que yo me daba cuenta de que aquello no era normal.
En el otoño de mi vida, yo debería ser un escéptico. Y en cierto modo lo soy. El lobo nunca dormirá en la misma cama con el cordero. Pero de algo estoy seguro: si conseguimos que una generación, una sola generación, crezca libre en España, ya nadie les podrá arrancar nunca la libertad. Nadie les podrá robar ese tesoro.
Sí señor, desgraciadamente soy una persona maleducada. No soy como usted. ¡Haga el favor de dejarme en paz! ¡Déjeme en paz! ¡Pues déjeme de admirar! ¡Váyase a la mierda, a la mierda!
¿La amistad entre un hombre y una mujer? Sí, la entiendo, mientras no sea yo el amigo.
Me he sentido más satisfecho como actor que como director, quizá tengo un mayor dominio de esta primera profesión.
Me gusta rodearme de mujeres atractivas y, dentro de ellas, prefiero la más atractiva; una mujer culta me puede servir para que me dé clases de filosofía medieval, pero nada más.
Me retiré del teatro porque los espectadores me molestaban.
Mi proyecto vital ha sido vivir de rentas, pero no lo he logrado.
La naturaleza, amigos míos, es el espectáculo más sorprendente que puede mirar el hombre.
Seis, ocho millones de espectadores. Estas son cifras con las que nunca pudo soñar ningún director teatral o novelista y menos aún Esquilo, Sófocles o Eurípides.
Me gustaría solo escribir, no actuar.
En los libros podemos refugiar nuestros sueños para que no se mueran de frío.
En el oficio de actor el éxito o el fracaso suelen venir muy acompañados de la casualidad.
No soy un malhumorado. Tengo el carácter variable y algún pronto que no resulta peligroso.
Hay que intentar que las grandes ideas parezcan pequeñas, superficiales, cotidianas.
Las mujeres bondadosas no suelen tener gancho; las que lo tienen son las que te pueden destruir, como la Dietrich.