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Pues entonces, ¿qué tenéis? - Mi ciencia, mi buena voluntad, mi juventud y mi confianza en Dios.
Fernán Caballero
No digas jamás haré, sino hago; ni iré, sino voy.
¡Benito es soldado, y madre se va a morir!
La mayor felicidad de la mujer es poder vanagloriarse de su marido.
La verdad no pierde por niña, ni la mentira gana por anciana.
La superioridad es una carga, como lo es para el gigante su estatura; gozar de ella y disimularla con benevolencia y no con desdén, es la gran sabiduría.
La mujer debe confesar una falta y ocultar un mérito, porque en los hombres hay más indulgencia que justicia.
Deja al mundo detrás de la puerta.
En gracia te reciba el alma que te desea.
Cada uno en este mundo tiene su ventanita, los unos grandes, los otros chica.
Su fisonomía, su gracia, su insensibilidad al frío y a la desazón general, estaban diciendo que era español.
No está la felicidad en el cumplimiento de los deseos, sino que está en no tenerlos; que rico es el que posee, pero feliz el que nada desea.
Pájaros con muchas plumas no se pueden mantener; los escribanos con una mantienen moza y mujer.
Sé justo antes de ser generoso, sé humano antes de ser justo.
¡La felicidad! No existe palabra que tenga más acepciones; cada uno la entiende a su manera.
Un tonto echa una piedra en un pozo, y cien discretos no la pueden sacar.
Si como mientes corres, el demonio que te alcance.
Yo en todos los libros acostumbro a leer el prefacio, porque a veces suele ser lo mejor de la obra.
Si la fe no fuera la primera de las virtudes, seria siempre el mayor de los consuelos. Es ambas cosas.
No basta ser bueno: es necesario también parecerlo, por acatamiento a la sociedad, por consideración a sí mismo y por respeto a la verdad.
En año bueno, el grano es heno, y en año malo, la paja es grano.
El vino sobrante es para el ayudante.
Porque se engañan mucho los que creen que la modestia y la humildad se ocultan siempre bajo la librea de la pobreza. No: los remiendos y las casuchas abrigan a veces más orgullo que los palacios.
La vanidad es la necedad del egoísmo, y el orgullo, la insolencia de la vanidad.
Los preceptos de moral y religión tienen mucha fuerza en las bocas de aquellos que nunca faltaron a ellos.
Mis críticas son ligeras y sin hiel, porque no la hay en mi corazón, y la detesto en literatura.
¿Viejas las cosas de Dios? Dios nace cada hora.
La chanza se recibe como el volante en la raqueta, para lanzarla al contrario, sin hiel al enviarla, sin hostil susceptibilidad al acogerla.
El burro que más trabaja, más pronto rompe el aparejo.
Aún no es vino, y ya es vinagre.
El maestro no perderá nunca su prestigio por ser severo a su debido tiempo. Al contrario, tal prestigio se alcanzará de ese modo.
El saber es algo; el genio es más; pero hacer bien es más que ambos, y la única superioridad que no crea envidiosos.
La religión es una potencia armonizadora, consuelo de los desgraciados y freno de los favorecidos de la fortuna.
Hay una fuerza más poderosa que el vapor y la electricidad: la voluntad.
En todas las cosas se apoya la mujer en el hombre menos en el dolor, que entonces se apoya en Dios.
El misterio es un velo muy transparente, que pocas veces oculta lo que no honra.
Es innegable que las cosas sencillas son las que más conmueven los corazones profundos y los grandes entendimientos.
Cuando la poesía se mezcla con la vida real es una mala ama de llaves.
Huerta sin agua, casa sin tejado, mujer sin amor y marido descuidado, son cuatro cosas que lleva el diablo.
La verdad adelgaza, pero no quiebra.