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El liberalismo se lleva mal con la democracia.
Félix Ovejero
El gobierno no parece reparar en que le otorga la condición de héroe moral al asesino De Juana Chaos.
La perversión del léxico político no es un vicio, es un procedimiento.
Detrás de las ideologías están Hobbes, Marx, Locke. Detrás de los nacionalistas no hay nada: sólo el vacío más absoluto.
Desde el punto de vista intelectual, el nacionalismo no tiene ni media torta; es un pensamiento desvertebrado, lleno de costuras y con supuestos absolutamente cochambrosos.
La izquierda española no parece haber comprendido que la obligación de proteger el derecho a la libre expresión no tiene que ir siempre unida a defender las opiniones que se vierten.
El republicanismo es la idea profunda de libertad, de que un individuo no esté sometido a la voluntad de otros, de democracia participativa. Me parece una veta importante para la izquierda, aunque también el republicanismo ha tenido una vertiente elitista.
Los partidos políticos actúan como empresas para captar votos, se habla de privatizar los ejércitos y la ciudadanía como vehículo de acceso a una sociedad se entiende como la entrada a un club privado.
El apellido más frecuente en las provincias catalanas es 'García', y el segundo equipo con más aficionados en la comunidad es el 'Real Madrid.
Un trasiego de tópicos, de alegre trapicheo con palabras vacías de sentido, de chatarra retórica sin hueso argumental ha acabado por vetar los debates sobre los problemas de los ciudadanos, los de ahora y los que han de llegar. Esa vaguedad no guarda ninguna relación con la inevitable abstracción de los principios, de los ideales.
Los nacionalistas apuntalan primero un hecho diferencial, para luego construir la soberanía sobre el mismo. Cuando no existe esa identidad, se la inventan.