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No mires lo que fuimos; mira lo que somos.
Fedro
Soportad esta calamidad, no sea que os venga otra mayor.
Me es muy difícil vengarme, pero no quiero mancharme con una sangre indigna.
Un hombre de experiencia sabe más que un adivino.
Aunque estén muy encumbrados deben los hombres temer a los humildes, porque una paciente labor siempre puede abrirle el camino a la venganza.
El éxito del malvado tienta a muchos al pecado.
Nunca hay que fiarse de la compañía de un hombre poderoso.
Si nuestra obra no es útil, toda gloria derivada de ella es necia.
La sabiduría siempre vencerá a la fuerza.
Las adulaciones de un hombre malo encubren siempre una traición.
No quiero reinar, por no dejar de ser libre para mí mismo.
Si no es útil nuestra obra, la gloria es una estupidez.
Quien no sabe mostrarse cortés, va al encuentro de los castigos de la soberbia.
En los cambios de gobierno entre los ciudadanos, los pobres no hallan más cambio que el del nombre de su señor.
Los malos, con tal de no perecer, pierden a los demás.
Los que planean la destrucción de otros, a menudo mueren en el intento.
Nada aprovecha tanto al hombre como decir la verdad; no obstante, la sinceridad suele volverse contra quien la tiene.
La gente humilde sufre, cuando los poderosos se escinden en disensiones.
A cualquiera que se descubra en un fraude vergonzoso, no se le volverá a creer incluso si habla con la verdad.
Aconsejar a otros, y desatender su propia seguridad, es insensato.
¡Ah, que tan grande hermosura haya de carecer de cerebro!.
El más astuto vence siempre al más fuerte.
El que se confía a un hombre malo para que lo defienda, en vez del auxilio que busca encontrará su perdición.
Quien no se acomoda a las maneras del resto de los hombres, de ordinario sufre la pena de su soberbia.
El éxito lleva a muchos a la ruina.
Juzga al árbol por sus frutos, no por sus hojas.
Si tienes el arco siempre tenso, muy pronto lo romperás.
Si tienes siempre tenso el arco, lo romperás muy pronto.
El hombre instruido tiene siempre las riquezas en sí mismo.
Los mentirosos pagan el castigo de sus propias fechorías.
La temeridad puede ser buena en unos pocos; en muchos, es una cosa funesta.
Doble es el beneficio de este libro: mover a risa y dar al hombre prudentes consejos para bien vivir.
El que socorre a un malvado, lo lamenta cuando ya no es tiempo.
Con el fin de que los tengan por sabios, blasfeman contra el cielo.
El nombre de amigo es corriente, pero la fe en la amistad, rara.
Muy a menudo, en los cambios de gobierno, para el pobre cambia solamente el nombre del dueño.
Nunca es segura la alianza con un poderoso.
El que ambiciona lo ajeno pierde temprano lo propio.
El hombre instruido lleva en sí mismo sus riquezas.
Has añadido insulto a la injuria.