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Siempre he sido más amigo de cometer errores y luego arrepentirme que de pasarme la eternidad preguntándome cómo sabrían sus besos, a qué olería su pelo de madrugada, o cuál sería la presión exacta de sus abrazos.
Eva García Sáenz de Urturi
Porque a veces, solo a veces, uno sabe que está en lo cierto, que reconoce un patrón y allí está: la certeza.
Una casa fuerte solo puede ser destruida desde dentro: ninguna viga centenaria soporta la carcoma. El pequeño animal corrompe la madera ancestral y la convierte en polvo que se derrumba.
A veces el tiempo que marca el calendario no tiene nada que ver con el tiempo mental o emocional que cada uno vive por dentro.
El dolor también une a las personas, tal vez más que las alegrías, porque de esas, como buenos desagradecidos que somos, nos olvidamos pronto.
A veces la memoria clava chinchetas en momentos triviales del pasado y los fija para siempre, aunque "para siempre" parezca mucho tiempo.
La primera regla de un longevo es aprender a contemporizar. Todo tiene su momento adecuado, ni antes, ni después.
Es sabido que a veces pequeños actos inconexos en distintos lugares del planeta se alían sin un objetivo común aparente, pero acaban dando paso a acontecimientos irreversibles.
Ejecuta como un escorpión, su aguijón es selectivo y solo inocula veneno al enemigo digno de su ataque.
Actúa como un león, ellos no lloran por sus presas.
Cuando tienes delante de ti algo que debes catalogar como imposible, el sentido común busca la explicación en la trampa, la falsificación, la burla, el engaño.
Olvida al enemigo del pasado. No pienses en él, no vuelvas al lugar donde fuiste herida.
Cuando un hombre necesita recordarse a sí mismo lo que no ha de sentir, es porque sabe que tiene la batalla perdida.
¿Por qué tanta gente dice que el tiempo todo lo cura? No es cierto, no todo se cura. Cuando pierdes un brazo, cada día de tu vida recuerdas que te falta. Da igual que vivas unas pocas décadas o unos cuantos milenios. Te falta. No está.
Hay personas que saben encajar los golpes, aprenden a recibirlos una y otra vez, esa es su fortaleza. Pero no saben huir, la sola idea de un mundo desconocido las paraliza.
Arremete como un águila, siempre desde arriba.