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El tiempo revela todas las cosas: es un charlatán y habla hasta cuando no se le pregunta.
Eurípides
Hasta las desdichas han de sentirse con moderación.
Cuando un hombre bueno está herido, todo el que se considere bueno debe sufrir con él.
¿Quién quiere proponer al pueblo una decisión útil para la comunidad? El que quiere hacerlo se lleva la gloria, el que no se calla.
No debe lamentarse la muerte, debe lamentarse la vida destinada a la lucha y a una vida miserable.
Así como nuestro cuerpo es mortal, las iras no deben ser inmortales. Así hablan los sabios.
Llena de tormentos está la vida humana, y no hay descanso en nuestras penalidades; y si tan dulce es vivir, a lo mejor nos envuelven las tinieblas de la muerte.
El trabajo es el padre de la gloria y de la felicidad.
Frente a una muchedumbre, los mediocres son los más elocuentes.
Los Hombres mas sabios siguen su propio rumbo.
Es una carga demasiado pesada para un solo corazón sufrir por dos.
Un solo hombre es más digno de ver la luz que infinitas mujeres.
Pero la felicidad es inconstante, y cuando la aflicción viene después de la dicha, la vida es intolerable al hombre.
Si tienes palabras más fuertes que el silencio, habla. Si no las tienes, entonces guarda silencio.
No hay nada más querido para un anciano padre que una hija.
Si pudiéramos ser jóvenes dos veces y dos veces viejos, corregiríamos todos nuestro errores.
La ley de la naturaleza del hombre es la igualdad.
Ningún mortal es dichoso hasta el fin; ninguno ha habido ahora que no conozca el dolor.
No dejar ninguna piedra sin remover.
Sed felices: ya no hay amigos cuando uno es desgraciado.
Los ricos no pueden comprar el privilegio de morir viejos.
El que habla a un necio, aunque sea prudente, parecerá también necio.
En la bondad se encierran todos los géneros de la sabiduría.
Se muy bien que el mal proviene de lo que pienso, pero mi cólera es aún peor que mis pensamientos, la ira lleva a los mortales a incurrir en los peores males.
Los nobles padres tienen nobles hijos.
Mi lengua promete, pero mi mente no ha prometido.
¡Qué mala es siempre por naturaleza la esclavitud, y cómo soporta lo que no debe, sometida por la fuerza!
El hombre que pide a los dioses la muerte es un loco: no hay en la muerte nada tan bueno como la miseria de la vida.
Cuando la muerte se aproxima, los viejos encuentran que la vejez ya no es una carga.
Un hombre viejo no es más que una voz y una sombra.
¡Oh!, bálsamo precioso del sueño, alivio de los males, cómo te agradezco que acudas a mí en los momentos de necesidad.
Cuestiona todo, aprende algo, pero no esperes ninguna respuesta.
No desperdicies lágrimas frescas en dolores pasados.
Es un dichoso infortunio el no tener hijos.
Cuando las calamidades caen sobre un Estado, se olvidan los dioses y nadie se preocupa de honrarlos.
Convendría que los mortales procreasen hijos por otros medios, y que no hubiese mujeres, así se verían libres de todo mal.
El hombre superior es el que siempre es fiel a la esperanza; no perseverar es de cobardes.
Cuando la fortuna sonríe, ¿qué necesidad hay de amigos?
Junto con el éxito viene la reputación de sabiduría.
Las ganancias mal logradas reportan pérdidas.