Frases de Ernesto Sabato

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Dada la índole del mundo, tenemos esperanzas en acontecimientos que, de producirse, sólo nos proporcionarían frustración y amargura; motivo por el cual los pesimistas se reclutan entre los ex esperanzados, puesto que para tener una visión negra del mundo hay que haber creído antes en él y en sus posibilidades.

¡Yo soy un anarquista! Un anarquista en el sentido mejor de la palabra. La gente cree que anarquista es el que pone bombas, pero anarquistas han sido los grandes espíritus como, por ejemplo León Tolstoi.

La felicidad está rodeada de dolor.

Todos somos nada, porque la nada siempre estuvo y nunca lo estará.

Lástima que cuando uno empieza a aprender el oficio de vivir ya hay que morir.

¿Qué máscara nos ponemos o que máscara nos queda cuando estamos en soledad, cuando creemos que nadie, nadie nos observa, nos controla, nos escucha, nos exige, nos suplica, nos intima, nos ataca?

¿Qué conjunto de palabras unidas al recuerdo de nuestra juventud no es extraña y melancólica?

La mayor nobleza de los hombres es la de levantar su obra en medio de la devastación, sosteniéndola infatigablemente, a medio camino entre el desgarro y la belleza.

Lo he dicho en otras oportunidades y lo reafirmo: la búsqueda de una vida más humana debe comenzar por la educación.

Tenemos que abrirnos al mundo. No considerar que el desastre está fuera, sino que arde como una fogata en el propio comedor de nuestras casas. Es la vida y nuestra tierra las que están en peligro.

El artista debe de ser mezcla de niño, hombre y mujer.

Un creador es un hombre que en algo "perfectamente" conocido encuentra aspectos desconocidos. Pero, sobretodo, es un exagerado.

Vivir consiste en construir futuros recuerdos.

Llevamos siempre una máscara cada vez diferente, que cambia en cada papel que nos asigna la vida, la del profesor, del amante, del intelectual, del mundo engañado, del héroe, del hermano afectuoso.

El imperativo de no torturar debe ser categórico, no hipotético; la tortura es un mal absoluto, no relativo; no existen torturas malas o beneficiosas.

Dios existe, pero a veces duerme: sus pesadillas son nuestra existencia.

Un genio es alguien que descubre que la piedra que cae y la luna que no cae representan un solo y mismo fenómeno.

La noche tiene revelaciones que el día ignora. La noche tiene más afinidad con los misterios de los orígenes que el día.

Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas.

Irónicamente he dicho en muchas entrevistas que “la televisión es el opio del pueblo”, modificando la famosa frase de Marx.

Siempre tuve miedo al futuro, porque en el futuro, entre otras cosas, está la muerte.

Yo escribo, porque si no me hubiera muerto, para buscar el sentimiento de la existencia.

Hay una manera de contribuir a la protección de la humanidad, y es no resignarse.

Creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la espernaza, cuentan más.

Nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, nos enfermamos, sufrimos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, mueren, y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil. ¿Sería eso, verdaderamente? ¿Toda nuestra vida sería una serie de gritos anónimos en un desierto de astros indiferentes?

Sólo quienes sean capaces de encarnar la utopía serán aptos para el combate decisivo, el de recuperar cuanto de humanidad hayamos perdido.

La dura realidad es una desoladora confusión de hermosos ideales y torpes realizaciones, pero siempre habrá algunos empecinados, héroes, santos y artistas, que en sus vidas y en sus obras alcanzan pedazos del absoluto, que nos ayudan a soportar las repugnantes relatividades.

Siempre entendemos demasiado tarde a los seres que más cerca están de nosotros.

Toda obra de ficción es catártica.

Creo que la esencia de la vida consiste en ser fiel a lo que uno cree su destino.

A medida que nos acercamos a la muerte, también nos inclinamos hacia la tierra.

No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante.

El Universo, visto así, es un universo infernal, porque vivir sin creer en Algo es como ejecutar el acto sexual sin amor.

El arte no es terapia, pero además es terapéutico.

Ser original es en cierto modo estar poniendo de manifiesto la mediocridad de los demás.

Las modas son legítimas en las cosas menores, como el vestido. En el pensamiento y en el arte son abominables.

Es que para admirar se necesita grandeza, aunque parezca paradójico.

Si dejáramos de mostrarnos autosuficientes y nos atreviéramos a reconocer la gran necesidad del otro que tenemos para seguir viviendo, como muertos de sed que somos en verdad, ¡cuánto mal podría ser evitado!

Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos de un instante de perfección.

¿Sería uno tan duro con los seres humanos si se supiese de verdad que algún día se han de morir y que nada de lo que se les dijo se podrá ya rectificar?

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