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El castigo del anzuelo no es nada. El castigo del hambre y de que se halle frente a una cosa que desconoce lo es todo.
Ernest Hemingway
Al mirarla y observar su agradable sonrisa, sintió que la muerte se acercaba de nuevo. Esta vez no fue con ímpetu. Fue una ráfaga, como las que hacen vacilar la luz de una vela y extienden su llama con su gigantesca sombra proyectada hasta el techo.
Eres una perra -dijo-, una perra rica. Ahora estoy lleno de poesía. Podredumbre y poesía. Poesía podrida...
El mundo rompe a cualquiera. Muchos se hacen fuertes en los sitios rotos. Pero los que no se rompen, mueren.
Nunca escribas sobre un lugar hasta que estés lejos de él.
Será más difícil de comer que el bonito, pero después de todo, nada es fácil.
Es al ser vencido que uno se vuelve cristiano.
Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo.
La gente buena, si se piensa un poco en ello, ha sido siempre gente alegre.
Ahora: una palabra curiosa para expresar todo un mundo y toda una vida.
Aprendió a pensar pero no supo ya volar, porque había perdido el amor al vuelo y no hacía más que recordar los tiempos en los que volaba sin esfuerzo.
El hombre tiene corazón, aunque no siga sus dictados.
Requemado por el sol y la violada, redondeada, iridiscente, gelatinosa y violada vejiga de una medusa flotando cerca del bote.
Era una mujer maravillosa de verdad... Y en aquel preciso instante se le ocurrió pensar que iba a morir.
Nadie debiera estar solo en su vejez. Pero es inevitable que así sea.
Me quieres, pero aún no lo sabes.
No comprendo estas cosas. Pero es bueno que no tengamos que tratar de matar el sol o la luna o las estrellas. Basta con vivir del mar y matar a nuestros verdaderos hermanos.
Quizás no fuese más inteligente que él -pensó- acaso estuviese mejor armado.
La obra clásica es un libro que todo el mundo admira, pero que nadie lee.
Cuando los individuos se enfrentan con el mundo con tanto valor, el mundo sólo los puede doblegar matándolos. Y, naturalmente, los mata. Mata indistintamente a los muy buenos y a los muy dulces, y a los muy valientes.
Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar.
El hombre que ha empezado a vivir más seriamente por dentro, empieza a vivir más sencillamente por fuera.
Todo hombre racional es ateo.
Miró por sobre el mar y se dio cuenta de cuan solo se encontraba.
El secreto de la sabiduría, del poder y del conocimiento es la humildad.
Algunos escritores sólo han nacido para ayudar a otro escritor a escribir una frase. Pero un escritor no puede derivar de un clásico que le precede.
Sin duda, no hay cacería como la caza de hombres y aquellos que han cazado hombres armados durante el suficiente tiempo y les ha gustado, en realidad nunca se interesarán por nada más.
Has tratado de comprarla (la suerte) con ochenta y cuatro días en el mar. Y casi estuvieron a punto de vendértela.
La mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él.
Cazo porque, mientras mate o vea matar, no me mataré a mí mismo.
Pero yo prefiero ser exacto. Luego, cuando venga la suerte, estaré dispuesto.
Mi psicoanalista es mi máquina de escribir.
Intenta comprender, no eres un personaje de tragedia.
Al terminar un cuento me sentía siempre vaciado y a la vez triste y contento, como si hubiese hecho el amor aunque para saber si era bueno tendría que esperar a releerlo el día siguiente.
Un hombre de carácter podrá ser derrotado, pero jamás destruido.
En la guerra moderna mueres como un perro y sin motivo alguno.
El paisano tiene buen sentido porque ha sido vencido desde el principio. Dadle el poder y veréis en qué queda su buen sentido.
El vino es la cosa más civilizada del mundo.
Al oír un eco muchos creen que el sonido proviene de él.
El Hombre no es gran cosa junto a las grandes aves y las fieras. Con todo, preferiría ser esa bestia que está allá abajo en las tinieblas del mar.