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Pero tampoco los mismos reyes advertían suficientemente qué precedente introducían en contra de sí mismos: que en lo sucesivo estuviera permitido a un sacerdote romano deponer de su trono a aquel príncipe que hubiera incurrido en su odio.
Erasmo de Róterdam
El que conoce el arte de vivir consigo mismo ignora el aburrimiento.
Otro le dio por injuria que era mestizo, porque su padre era de Atenas y su madre era bárbara. A éste respondió: Tampoco tú eres hijo de dos luchadores, en cambio eres luchador. Quiso decir que no va nada en que el hombre sea nacido donde quiera y de cualquiera, con tal de que sea bueno y virtuoso.
... cada uno tira para sí, cada uno habla su lenguaje, no quiriendo concertar con el otro.
La paz más desventajosa es mejor que la guerra más justa.
Finalmente se llegó al extremo de introducir todo Aristóteles en el corazón de la teología y de forma tal que su autoridad es casi más venerable que la de Cristo.
Julio. Tú quizá sueñas todavía con aquella antigua Iglesia en la que tú en compañía de algunos famélicos obispos hacías de ponttífice completamente inútil, sometido a la pobreza, al sudor, a los peligros y a mil inconvenientes.
Viendo este filósofo a sus ciudadanos tan dados a los deleites y por otra parte edificar tan suntuosamente, dijo: Los Agrigentinos así se dan a los deleites como si mañana hubiesen de morir, y así edifican como si siempre hubiesen de vivir.
... si lo que dices ni es necesario, ni provechoso, ni apacible, ¿para qué lo dices?
Ahora bien, si hay algo en la vida humana que conviene afrontar con vacilación y que incluso se debe evitar, conjurar y mantener lejos por todos los medios, es sin duda la guerra,...
Julio. ¿Quién sino la fuente de todas las leyes, el romano pontífice? A él corresponde, ciertamente, abolir la ley, interpretarla, ampliarla, restringirla, en la medida en que le parezca conveniente a sus intereses.
Julio. Mi primer afán fue conocer perfectamente el ingenio, costumbres, afectos, riquezas e inclinaciones de todas las gentes y sobre todo de los príncipes: quién convenía con quién, quién tenía diferencias con quién. A continuación procuré servirme de todas esas cosas en mi propio interés.
¿Qué pueblo no ha sido en alguna ocasión responsable y víctima de una invasión territorial.
Para el hombre dichoso todos los países son su patria.
Si no puedes hacer gala de un ánimo de príncipe, muestra al menos el de un comerciante,...
El consultar las cosas no es sino un tardar; no para las hacer de presto, sino para hacerlas a su tiempo.
La mente humana está formada de tal manera que es mucho más susceptible a la falsedad que a la verdad.
¿Cuántas veces no se ha trasladado un reino aquí o allí por azar o como consecuencia de un tratado?
... no hay ningún pueblo sobre el que menos valga la autoridad del sumo pontífice que los ingleses,...
Un hombre le había injuriado malamente y no tomó pena ni se movió por ello, y como un amigo suyo se maravillase mucho, díjole: A mí no me dice mal, porque lo que dice no me compete a mí ni en mí se hallará. Al revés lo hace ahora el común de la gente que más se altera cuando no merece las injurias que se les dicen.
El vino no daña, pero el que bebe sin moderación se daña a sí mismo.
Nadie ignora que todas las cosas humanas, como los Silenos de Alcibiades, tienen dos caras, totalmente diferentes.
Ojalá que hubiera traducciones a todas las lenguas para que esos escritos pudieran ser leídos y conocidos.
La felicidad consiste, principalmente, en conformarse con la suerte; es querer ser lo que uno es.
Nosotros los revestimos con títulos espléndidos, aunque sean criminalísimos: a éste lo llamamos católico, a aquél serenisimo, a uno ilustrisimo, a otro augusto a todos los denominamos dilectos hijos.
No hagas estima de ti por tu apersonamiento físico o los bienes que la fortuna te deparó, sino por tu prestancia moral o los bienes del alma.
Solía Diógenes algunas veces irse a las estatuas y demandarles alguna cosa. Y como se maravillasen de esto los que lo veían, dijo: Hago esto para acostumbrarme a no moverme ni perturbarme si alguna vez demandare algo a los hombres y no lo alcanzare.
La sabiduría de este mundo es la madre y raíz de todos los males.
... la pugna es constante entre hombre y hombre, de uno con cualquier otro; ningún pacto es lo suficientemente firme entre los hombres.
Para quienes no la han experimentado es buena la guerra.
El colmo de la estupidez es aprender lo que luego hay que olvidar.
La verdadera alegría nace en la buena conciencia.
... por el peculio de los sacerdotes el mundo entero se ve envuelto en guerras perniciosísimas;...
La esencia de la felicidad consiste en que aceptes ser el que eres.
Dicen que se acrecienta el reino si se gana un lugarcillo o una señoría para que se ponga después en las cartas: Señor de tal gente. Y no miran con cuántos robos de sus súbditos, con cuánta sangre, con cuántas viudeces y orfandades se compra aquel palmo de tierra que ganan.
Pues no hay cosa más desasosegada que el ánimo insatisfecho de sí mismo.
Pedro. ¡Venga, basta de triunfos, gloriosísimo soldado! Prefiero aquellos otros, aunque paganos, por odio a ti, que -aun siendo padre santísimo en Cristo- celebrabas triunfos por tantos mile de cristianos muertos por culpa tuya, fuiste responsable de la destrucción de tantas legiones, mientras ni con la palabra ni con tu vida has ganado para Cristo ni una miserable alma.
... las leyes de Solón, por las cuales vedó que no se dijese mal ni de los muertos ni de los ausentes.
... el varón prudente y bueno todo le pone en abreviar la plática.
Genio. Déjalo, por favor. Todo eso es inútil; no te esfuerces en vano con éste. (Escritos de crítica religiosa y política).