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Julio. ¿Qué pasa aquí? ¿No se abre la puerta? Supongo que han cambiado la cerradura o está estropeada.
Erasmo de Róterdam
La guerra no discute que esta o aquella ciudad deba obedecer a un buen príncipe antes que servir a un tirano, sino si se pone a nombre de Fernando o Segismundo, si paga el impuesto a Felipe o a Luis.
En el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
Una buena gran parte del arte del bien hablar consiste en saber mentir con gracia.
...; en la guerra, para vengar la afrenta de unos pocos y a veces de uno solo, afligimos cruelmente a tantos miles de hombres que no se lo merecen.
También decía que a Dios ninguna cosa le habemos de pedir señaladamente, salvo que debemos pedirle simplemente el bien. Y por esto yerran los que demandan a Dios mujer rica, hacienda, honra, reinos, vida luenga y así otras cosas. Parece que éstos señalan a Dios y le quieren mostrar lo que debe hacer, a Él, que sabe mejor lo que nos cumple que nosotros mismos.
Julio. Algunos empezaban ya a estar asqueados de la curia romana. Iban pregonando que todo estaba manchado por doquier con ganancias vergonzosas, con placeres desorbitados y nefandos, con envenenamientos, con sacrilegios, asesinatos y tráfico simoníaco.
Un solo crimen convierte en un maldito; millares, en un héroe.
Las parábolas del Evangelio, si se miran así a la letra, ¿quién no dirá que son de algún hombre idiota?
... finalmente nuestros rayos cada vez infunden menos miedo también.
Hay quienes suscitan la guerra por la única razón de poder ejercer más fácilmente por esa vía la tiranía sobre sus súbditos.
Decía también que los ciudadanos no menos debían pelear por la guarda de sus leyes que por su misma ciudad. Porque sin leyes de ninguna manera la ciudad se puede conservar, mas sin murallas muy bien puede permanecer.
La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos transcurre amenamente.
El dinero es la vida. (como dice Hesíodo)
Julio. Mujeres suyas no tienen. Ahora bien, ¿qué de extraño hay en que tengan hijos, puesto que son hombres, no eunucos?
Si prescindes del nombre y de la señal de la cruz, peleamos turcos contra turcos.
Todos desprecian al prodigioso, detestan una cabeza anciana sobre unos hombros jóvenes.
Julio. Nosotros llamamos Iglesia a los templos sagrados, a los sacerdotes y especialmente a la curia romana y en primer lugar a mí, que soy la cabeza de la Iglesia.
... agora comúnmente llaman traidor al que, defendiendo la libertad de la república, resiste a los apetitos de los príncipes, y a los que aconsejan al príncipe que sea tirano.
Confundimos la propiedad con la administración.
No existe posesión de mayor precio que un amigo de veras; en ésta suelo descansar, y con ella consolarme de los posibles desafueros de la fortuna.
Los hijos de los personajes más notables y renombrados suelen resultar calamitosos para la comunidad.
Julio. Y yo digo que ya está bien de palabras. Si no obedeces al punto, lanzaré contra ti el rayo de la excomunión con el que alguna vez aterroricé a los más altos reyes e incluso reinos enteros. ¿Ves la bula preparada ya al respecto?
La mujer es, reconozcámoslo, un animal inepto y estúpido aunque agradable y gracioso.
Después de las riquezas tienen en mucho la nobleza que llaman de linaje. (¡oh, nombre vano y de burla si no te acompaña virtud!)
La locura es el origen de las hazañas de todos los héroes.
El talento escondido no produce reputación.
Hay menos mal en un turco o judío sincero que en un cristiano hipócrita.
¿Cuántas veces no se ha emigrado de un sitio a otro?
Dionos Dios a entender lo que el apóstol Santiago nos enseña en una epístola, que todo hombre sea presto para oír; y tardío para hablar.
Decía Sócrates que los dioses eran los mejores y más bienaventurados entre todas las cosas y que el hombre que a la semejanza de ellos se comportaba en el vivir, cuanto más era semejante, más bienaventurado y mejor era. Si como dijo dioses dijera Dios, no habría más que decir.
La filosofía es una meditación de la muerte.
Mejor es prevenir que curar.
... cada uno favorece su partido, aunque sea tal el crimen que no se pueda defender con razón.
Como Antístenes, filósofo cínico, tuviese la capa rota y la anduviese enseñando a todos, díjole Sócrates: Por la hendidura de tu capa conozco tu vanidad. Quiso dar a entender que peor era aquella presunción que tenía enseñando su capa rota, que si trajera una vestidura más rica.
El hombre inteligente no orina contra el viento.
Hace uno bien en alabarse a sí mismo, cuando no encuentra otro apologista.
..., con la cara más dura que una piedra, hemos depuesto todo pudor, abandonado todo sentido de la vergüenza e imitamos, igualamos, dejamos atrás a los paganos en avaricia, ambición, lujo, fasto, tiranía.
Pedro. Veo un caos humano repugnantísimo que a nada huele sino a burdel, vino y pólvora de cañón.
Julio. Que cada uno piense lo que quiera con tal de que hable bien o al menos guarde silencio. Ahora bien, el romano pontífice no puede ser censurado, ni siquiera por un concilio general.