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Todo el mundo se va de la vida como si acabara de nacer.
Epicuro
Así pues, la muerte no es real ni para los vivos ni para los muertos, ya que está lejos de los primeros y, cuando se acerca a los segundos, éstos han desaparecido ya.
Lo insaciable no es la panza, como el vulgo afirma, sino la falsa creencia de que la panza necesita hartura infinita.
El hombre es rico desde que se ha familiarizado con la escasez.
¿Dios está dispuesto a prevenir la maldad pero no puede? Entonces no es omnipotente. ¿No está dispuesto a prevenir la maldad, aunque podría hacerlo? Entonces es perverso. ¿Está dispuesto a prevenirla y además puede hacerlo? Si es así, ¿por qué hay maldad en el mundo? ¿No será que no está dispuesto a prevenirla ni tampoco puede hacerlo? Entonces, ¿para qué lo llamamos Dios?
Es estúpido quien confiese temer la muerte no por el dolor que pueda causarle en el momento en que se presente, sino porque, pensando en ella, siente dolor: porque aquello cuya presencia no nos perturba, no es sensato que nos angustie durante su espera.
Así como el sabio no escoge los alimentos más abundantes, sino los más sabrosos, tampoco ambiciosa la vida más prolongada, sino la más intensa.
El necio, entre otros males, posee éste: siempre trata de comenzar su vida.
No ha de ser estimado dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida.
No es verdaderamente impío el hombre que niega los dioses que la multitud venera, sino aquél que afirma de los dioses lo que la multitud cree de ellos.
La filosofía es una actividad que con discursos y razonamientos procura la vida feliz.
Llegará un momento en que creas que todo ha terminado. Ese será el principio.
Que nadie, mientras sea joven, se muestre remiso en filosofar, ni, al llegar a viejo, de filosofar se canse. Porque, para alcanzar la salud del alma, nunca se es demasiado viejo ni demasiado joven.
Has de mirar con quién comes y bebes antes que lo que comes y bebes; porque comida sin amigo es comida de leones y lobos.
Nadie, al ver el mal, lo elige, sino que se deja engañar por él, como si fuera un bien respecto a un mal peor.
Así pues, practiquen la filosofía tanto el joven como el viejo; uno, para que aún envejeciendo, pueda mantenerse joven en su felicidad gracias a los recuerdos del pasado; el otro, para que pueda ser joven y viejo a la vez mostrando su serenidad frente al porvenir.
Juzgamos mejores que los placeres muchos dolores porque se consigue para nosotros un placer mayor.
No necesitamos tanto de la ayuda de nuestros amigos como de la confianza en esa ayuda.
El más grande fruto de la justicia es la serenidad del alma.
Para tener verdadera libertad hay que ser esclavo de la filosofía.
El sabio no se esforzará en dominar el arte de la retórica y no intervendrá en política ni querrá ser rey.
La muerte, temida como el más horrible de los males, no es, en realidad, nada, pues mientras nosotros somos, la muerte no es, y cuando ésta llega, nosotros no somos.
El placer es el bien primero. Es el comienzo de toda preferencia y de toda aversión. Es la ausencia del dolor en el cuerpo y la inquietud en el alma.
Una conducta desordenada se parece a un torrente invernal de corta duración.
Una ira desmesurada enjendra la locura.
La necesidad esta dentro del mal, pero no hay causa, dianoética, alguna de vivir con necesidad.
¿Dioses? Tal vez los haya. Ni lo afirmo ni lo niego, porque no lo sé ni tengo medios para saberlo. Pero sé, porque esto me lo enseña diariamente la vida, que si existen ni se ocupan ni se preocupan de nosotros.
¿Quieres ser rico? Pues no te afanes por aumentar tus bienes, sino en disminuir tu codicia.