Frases de Epicteto

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La primera misión del filósofo es despojarse de todo engreímiento. Pues es imposible que un hombre aprenda lo que cree que ya sabe.

Si no quieres ver tus deseos frustrados no desees jamás sino aquello que sólo de ti depende.

Nada hay en el mundo a que todo animal se halle más sujeto que su propia utilidad.

La prudencia es el más excelso de todos los bienes.

¿Qué ganarías con injuriar a una piedra que es incapaz de oírte? Pues bien, imita a la piedra y no oigas las injurias que te dirijan tus enemigos.

La vida es demasiado corta, y tienes cosas importantes que hacer.

Nadie tiene tanto poder para persuadirte a ti como el que tienes tú mismo.

Confiamos porque somos precavidos.

No es la pobreza la que aflige, sino la avaricia; así como no son las riquezas las que preservan de todo temor, sino la razón.

Si quieres no frustrar tus deseos, tú puedes: sólo desear lo que depende de ti.

No debemos sujetar nuestra nave con una ancla sólo ni nuestra vida con una sola esperanza.

Algunas señales del que progresa en el estudio de la sabiduría: a nadie censura, a nadie alaba, no se queda de nadie, y no acusa a nadie, no habla de sí como si él fuera o supiera algo.

Toda la filosofía se basa en dos palabras: sustentarse y abstenerse.

En las desgracias hay que acordarse del estado de conformidad con que miramos las ajenas.

Es tan difícil a los ricos adquirir la sabiduría, como a los sabios adquirir las riquezas.

En los festines acuérdate que tienes dos invitados: el cuerpo y el alma. Lo que des al cuerpo lo perderás; lo que des al alma lo conservarás eternamente.

No se llega a campeón sin sudar.

Un hombre no puede ser el dueño de otro hombre.

La felicidad sólo puede ser hallada en el interior.

El que tiene suerte, encuentra en el yerno un hijo; el que no la tiene, pierde una hija.

El deseo y la felicidad no pueden vivir juntos.

No pretendas que las cosas sean como las deseas; deseálas como son.

Jamás serás vencido si no emprendes combates en que no dependa de ti vencer.

Es más difícil que una persona rica sea modesta a que una persona modesta sea rica.

El error del anciano es que pretende enjuiciar el hoy con el criterio del ayer.

En la prosperidad es muy fácil encontrar amigos, en la adversidad no hay nada más difícil.

Primero habla contigo mismo de lo que quisieras ser; y entonces haz lo que tengas que hacer.

En la mayoría de los hombres, la calma es letargia, la emoción es furor.

Pyrro acostumbraba a decir: "No existe diferencia entre la vida y la muerte." Y como alguien le preguntase: "¿Por qué no te matas entonces?", contestó: "Porque no existe diferencia".

Sobre todo, no hablemos jamás de los hombres para denigrarlos, ensalzarlos o compararlos.

No es negando la belleza como se sustrae el hombre a sus encantos; el mérito está en resistir reconociéndola.

Si quieres ser bueno, cree primero que eres malo.

El exceso de cólera engendra la locura.

Cuando llegue mi hora de morir, moriré; pero sabré dar la vida como un hombre al que no le duele devolver el préstamo que le han hecho.

Acuérdate que debes comportarte en la vida como en un banquete. Si se pone algún plato delante de ti, puedes meter la mano y tomar honestamente tu parte; si sólo pasa por delante de ti, guárdate bien de detenerlo o de meter la mano en él temerariamente: antes, espera apacible a que vuelva a ti. Lo mismo debes hacer para con tu mujer, tus hijos, las dignidades, las riquezas y todas las otras cosas de este género.

¿He de preocuparme por el lugar en que me halle o por los compañeros que tenga o por lo que ellos digan de mí? De ninguna manera. Por el contrario, ¿no deberá esforzarse todo mi ser por seguir a Dios, sus leyes y mandamientos?.

Los hombres se fijan a sí mismos su precio, alto o bajo, según les parece, y cada uno vale el precio en que se estima. Valórate como hombre libre o esclavo, que esto no depende más que de ti.

Si quieres algo bueno, búscalo en ti mismo.

Para alcanzar la libertad sólo hay un camino: el desprecio de las cosas que no dependen de nosotros.

El origen de la filosofía es percatarse de la propia debilidad e impotencia.

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Tagami Kikusha Charles William Eliot Booker T. Washington Melissa McCarthy Arturo Duclos Rosemary Harris Carlos Cañas Gustave Flaubert Alberto Ruiz-Gallardón Julian Casablancas