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¿Qué sería de Alemania sin cerveza? Pregúntale a la cebada y al lúpulo y ellos te contarán la historia de Alemania. La cerveza es la madre de sus teorías enrevesadas y acres, como arenque ahumado, y de su militarismo férreo, militarismo frío, rudo, mastodónico, geófago, que ve la gloria a través de las usinas y de los cascos guerreros.
Enrique López Albújar
¿Qué podría ser aquello? ¿Alguna manifestación venérea? ¿Algún resabio atávico? ¿La incubación de algún parásito maligno?... Zimens voló a preguntas, sufrió todos sus exámenes, todas sus prescripciones, para saber, al fin, que las garras implacables de un cáncer le habían cogido por lo más noble del cuerpo y que su mal era irremediable.
Según lo que se come y lo que se bebe es lo que se hace y se piensa. El pensamiento es hijo del estómago.
Los jueces, los médicos, las madres de caridad tenemos un punto de contacto: la anestesia del sentimiento.
La fiesta, por supuesto, más que para los habitantes del campamento, era para los que iban llegando, especialmente invitados unos y curiosamente atraídos otros.
Se diría que el indio gozaba con esta vida de inquietud y peligro, que su naturaleza fuerte y bravía necesitaba de estas persecuciones violentas, en las que, mientras sus perseguidores desplegaban toda la habilidad de un cazador apasionado, él desplegaba toda la ferocidad del tigre y toda la astucia del zorro.
En la ciudad el vino deja de ser vino y el pan deja de ser pan. Y para que el pobre consiga comer realmente pan y beber realmente vino, es necesario que primero sacrifique en la capilla siniestra de la fábrica un poco de alegría, de inteligencia, de sudor, de músculo, de salud...
La bebida engendra tristezas pensativas de elefante o alegrías ruidosas de mono.
Los imbéciles no tienen vicios; tienen apetitos, manías, costumbres. ¿Una herejía? ¡Una verdad! El vicio es para el cuerpo lo que el estiércol para las plantas.
El sufrimiento no se supone, hay que sentirlo.
Un asesinato es un caso vulgar, un hecho más o menos vivo de bestialidad, de ferocidad.
Había entre ellos, según él mismo me lo contara después, una disparidad de puntos de vista tal que la felicidad se espantó del hogar desde el primer momento.
No se trata de cambiar de amo sino de sistema, de darnos un gobierno que garantice la libertad y el trabajo de todos, criollos y mestizos, indios y libertos; que nos reparta una justicia más equitativa y no se la dé al que mejor la pague. - Sobre todo, de la libertad de comerciar con quien querramos -añadió el señor de los Ríos y Zúñiga-. Basta de trabas e imposiciones.
Siempre es útil saber la verdad de una muerte, Y más útil todavía saber cómo mata la sociedad y cómo un hombre puede ser juez y reo al mismo tiempo.
Habría que estar en su lugar primero. La suposición está siempre por debajo de la realidad. El sufrimiento no se supone, hay que sentirlo. Además, el instinto de conservación es tan poderoso... Y, en medio del dolor, de la infidelidad. Siempre hay algo que nos liga a la vida.
Pero en Piura era distinto. En Piura el sol tenía que atraer forzosamente sus miradas y hacerla pensar en él y sentirlo dentro de sí, porque el sol piurano penetra hasta en las cuencas de los ciegos. Es una obsesión.
La fe es la sal de la vida.
Tú crees que la palabra es solamente un don del bípedo humano, o que sólo con sonidos articulados se habla. También hablan las cosas. Las piedras hablan. Las montañas hablan. Las plantas hablan. Y los vientos, y los ríos y las nubes.
Y cuando la imprudencia y la delación pusieron alguna vez al indio en la alternativa de batirse a muerte o entregarse, él no vaciló jamás en jugar serena y valientemente su vida, arremetiendo con tal pujanza y furia que todo que todo cedía a su paso; y siempre supo escapar dejando tras sí la admiración y la muerte.
La resignación es cuestión de temperamento y el valor de la vida,
En el crimen todo es cuestión de forma. Las variantes de la delincuencia no son más que proteísmos de un mismo hecho: la violación de la ley.