Imágenes
De todas las desesperaciones, la de la muerte tiene que ser la peor; ella y el miedo a morir, cruz y raya cuando ya se puede pronosticar el día y la hora.
Enrique Lihn
¿Y qué será, Nathalie, de nosotros? Tú en mi memoria, yo en la tuya como esos pobres amantes que mientras se buscaban de una ciudad a otra, llegaron a morir.
La mariposa, en cambio, salta del capullo en el instante mismo de su transfiguración en que como una flecha de nacimiento abre los ocelos de sus alas a la luz.
Si el paraíso terrenal fuera así igualmente ilegible el infierno sería preferible al ruidoso país que nunca rompe su silencio.
Quien nos reduce a sombras en la sala de juego es una sombra él mismo menos libre que otras, una condensación de absurdos personajes algo como el horror de un álbum de familia.
Tendría que empezar a ser de nuevo para aceptar el mundo como si no fuese solamente lo único que conservo de ti.
No se dirige a nadie el corazón pero la que habla sola es la cabeza; no se habla de la vida desde un púlpito ni se hace poesía en bibliotecas.
Nada se pierde con vivir, tenemos todo el tiempo del tiempo por delante para ser el vacio que somos en el fondo.
Por amor a la vida, por temor a la muerte y a la vida, por amor a la muerte para ti o para nadie.
La fantasía teje historias como éstas, pero la imaginación se cumple en el silencio del poema que nace.
Podemos simpatizar los unos con los Otros, y eso es más que bastante: eso es todo, y difícil, acercar nuestra historia a la de otros podándola del exceso que somos, distraer la atención de lo imposible para atraerla sobre las coincidencias, y no insistir, no insistir demasiado: ser un buen narrador que hace su oficio entre el bufón y el pontificador.
En eso de mirar hay un peligro inútil fuera de que no hay nada que ver en la mirada.
Equilibrio inestable de la tinta y la sangre que debes mantener de un verso a otro so pena de romperte los papeles del alma.
Su ayuda es mi sueldo. Su sueldo es la cuadratura de mí círculo, que saco con los dedos para mantener su agilidad. Su calculadora es mi mano a la que le falta un dedo con el que me prevengo de los errores de cálculo.
Las hojas nada dicen que no esté claro en las hojas.
Si los que vienen alimentaran su nostalgia con una buena postal, al menos, del paseo nosotros seriamos capaces de recibirlos aquí en gloria y majestad pero ellos tienen su tambor y nosotros el nuestro.
Un cielo especular es todo lo que se ve del agua invisible que lo refleja.
Ahora sí que te dimos en el talón. La muerte de la que huyas, correrá acompasadamente a tu lado. Buenas noches, Aquiles.
Hace quien sabe cuánto tiempo pasó esto que ahora ocurre: la memoria es engañosa por su exceso de fidelidad.
La mariposa no puede recordar que ha sido oruga así como la oruga no puede adivinar que sería mariposa porque los extremos del mismo ser no se tocan.
Llega a dar gusto el cielo, dan ganas de tocarlo; como decía usted: dan ganas de tirarse al cielo de cabeza.
Si se ha de escribir correctamente poesía, no basta con sentirse desfallecer en el jardín, bajo el peso concertado del alma o lo que fuere y del célebre crepúsculo o lo que fuere.
Si se ha de escribir correctamente poesía en cualquier caso hay que tomarlo con calma. Lo primero de todo: sentarse y madurar.
No es lo mismo estar solo que estar sin ti, conmigo, con lo que permanece de mí si tú me dejas.
¿Nunca fue la palabra un instrumento?
Cuántos años aquí, pero en fin, tú eres joven: de otro, serás de otro, como antes de mis besos.
Si no existimos en el tiempo no estamos en este mundo.
Ahora sí que tú y yo estamos más lejos uno del otro que dos estrellas de diferentes galaxias.
Destino que se desplaza cumplido pero persistente hacia una calle en el fin del mundo.
El genio del sueño es un omnipotente arquitecto.
Quienes insisten en llamar a las cosas por sus nombres como si fueran claras y sencillas las llenan simplemente de nuevos ornamentos.
Haz como yo, que no pienso en nada; es la mejor manera de pensar. Concéntrate en eso.
Para hacer el amor, allí estaba tu madre y el amor era el beso de otro mundo en la frente, con que se reanima a los enfermos, una lectura a media voz, la nostalgia de nadie y nada que nos da la música.
La tentación es el primer recurso de la mujer y el último.
Como si el sueño fuera escrito en estrofas regulares, cada nocturno despertar significa el reacomodarse del cuerpo a su idea fija: que el enemigo monta guardia en él.
Se levantan los años empavonados del aire que entra al invernadero lleno de vidrios rotos vidriándonos la noche de un bosque inexpugnable.
Los recuerdos que no pudimos tener. No hay nada más difícil de olvidar. Las intenciones que no llegaron al acto, los actos suspendidos en la sorpresa y la violencia.