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La sinceridad la inventó uno que quería amargarle la vida al prójimo.
Enrique Jardiel Poncela
El amor es una comedia en un sólo acto: el sexual.
El amor es como una goma elástica que dos seres mantienen tirantes, sujetándola con los dientes; un día, uno de los que tiraban se cansa, suelta, y la goma le da al otro en las narices.
La vida es con frecuencia terriblemente desagradable; pero por muy desagradable que la vida sea, no hay vida tan agradable como la vida que pasa un hombre que estima que lo más agradable de la vida es la vida.
El arte de hacer reír se basa en exponerle al público, cara a cara, sus propios defectos.
Un poeta nunca es rotundamente sincero.
El abrazo de una mujer puede no dejar huella ninguna en en alma, pero siempre deja alguna huella en la solapa.
Todo hombre de ingenio tiene en su haber las ingeniosidades que él inventa, más las ajenas que se le atribuyen.
Se llama experiencia a una cadena de errores.
Ganarás el pan con el sudor del de enfrente.
El amor es como las cajas de cerillas, que desde el primer momento sabemos que se nos tiene que acabar, y se nos acaba cuando menos lo esperamos.
El etcétera es el descanso de los sabios y la excusa de los ignorantes.
Al hombre le falta justamente la experiencia que le sobra a la mujer.
La vejez es un exceso que aumenta por días.
Las casas de los dentistas y los teatros de variedades se parecen en que las estrellas se ven al final.
La Historia es la mentira encuadernada.
La sinceridad es el pasaporte de la mala educación.
Patrimonio es un conjunto de bienes; matrimonio es un conjunto de males.
Sólo los padres dominan el arte de adecuar mal a los hijos.
El hombre se hace feminista cuando no sabe ya cómo agradar a las mujeres. La mujer se hace feminista cuando ya no sabe cómo agradar a los hombres.
Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia.
Es una tragedia que no la escribieron Sófocles o Esquilo porque les tuvieron miedo a los críticos de Atenas.
El hombre rara vez es sincero cuando afirma haber obtenido los favores de una mujer; la mujer rara vez es sincera cuando niega haber concedido sus favores a un hombre.
El que va acompañado de una linda mujer sabe que los amigos hallados en la calle tienen siempre más cosas que decir que cuando vamos solos.
La única perseverancia común a todos los hombres es el crecimiento.
Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.
El amor es como un hoyo; crece a merced de grandes trabajos, termina con el último esfuerzo, y para que quede tal como estaba, necesita que se le eche mucha tierra encima.
Este aforismo deslumbrador que yo lancé hace bastantes años a la circulación ha tenido tanto éxito que yo mismo me he visto obligado a elogiarlo varias veces: todas las que lo he visto publicado con la firma de otro escritor cuidadosamente puesta debajo.
Para hacer una vida higiénica que beneficie a la salud hay que tener una salud a prueba de bomba.
El amor, el tabaco, el café y, en general, todos los venenos que no son lo bastante fuertes para matarnos en un instante, se nos convierten en una necesidad diaria.
Si el hombre supiera divertirse no sentiría la necesidad de trabajar.
La mujer y el libro que han de influir en una vida, llegan a las manos sin buscarlos.
Basta decir una gran verdad para que todo el mundo se ría pensando que se trata de un rasgo de humorismo.
La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.
Los sentimientos deben analizarse y nunca obedecerse.
La mujer es como los autos, a la vejez es cuando más se pintan.
La "vida fácil" suele ser la más difícil.
Ser ateo es tenerse a sí mismo por un dios.
La medicina es el arte de acompañar al sepulcro con palabras griegas.
Lo vulgar es el ronquido, lo inverosímil, el sueño. La humanidad ronca, pero el artista está en la obligación de hacerla soñar o no es artista.