Imágenes
Fue un loco amor el que sentí por ti... Entre mis brazos te vi que agonizabas con mis besos. Cuánto duró tu amistad y tu amor... no lo sé... Si fue toda una vida o quizá un minuto supremo tal vez... Tan sólo sé que tuviste el valor de encontrar el instante oportuno de huir con mis sueños detrás...
Enrique Cadícamo
Al mundo le falta un tornillo que venga un mecánico... ¿Para qué, che viejo? Para ver si lo puede arreglar.
Nostalgias de escuchar su risa loca y sentir junto a mi boca como un fuego su respiración.
Rara... como encendida te hallé bebiendo linda y fatal... Bebías y en el fragor del champán, loca, reías por no llorar...
El barrio duerme tranquilo y un hombre en el fuelle traduce su pena y se oye en la noche tan tibia y serena un solo muy triste de su bandoneón.
Hoy no hay guita ni de asalto y el puchero está tan alto que hay que usar el trampolín.
Por un recuerdo que me sigue siempre, por un pasado que borrar no puedo, es esta pena cruel, es este gran amor, que nunca, nunca, deja ya de florecer.
Quiero por los dos mi copa alzar para olvidar mi obstinación y más la vuelvo a recordar.
La luna de Río se queda para que en las noches le cuente que yo pasé por tu lado, viajero incansable, pasé por tu lado y dejé el corazón.
Tango querido de ayer, qué ventarrón te alejó. Junto con ella te has ido y hoy la trae tu evocación.
Bailar tango es un deporte, el cabaré, un reñidero donde por copiarse un corte un macho se juega entero...
Gime, bandoneón, tu tango gris, quizá a ti te hiera igual algún amor sentimental.
Nuestro amor fue un amor del momento, mi cariño fue un ave de paso y tu beso de miel y de raso fue un vaso sagrado que no olvidaré.
Sé que jamás la encontraré. Te saldré a bailar para disfrazar el drama que llevo adentro.
Gime, bandoneón, grave y rezongón en la nocturna verbena. En mi corazón tu gangoso son hace más honda mi pena.
El ladrón es hoy decente a la fuerza se ha hecho gente, va no encuentra a quién robar.
Si habrá crisis, bronca y hambre, que el que compra diez de fiambre hoy se morfa hasta el piolín.
En la escuela del querer con gran dolor aprendí el amor de la mujer.
Tango que viene de lejos a acariciar mis oídos como un recuerdo querido con melancólicos dejos.
Te amé de veras, flor de pecado, como a ninguna mujer amé. Dios es testigo que hasta he llorado la noche aquella que no te hallé.
Pensar que fui el estudiante soñador y tú la humilde y bella flor que perfumaba mi sentir.
Pero lo que más y más me obsesiona es saber que hoy otro hombre te apasiona... es saber que no me amas...
Ibas caminando hacia el misterio. Yo salí a su encuentro y te alcancé... Triste, cruzabas por la vida y al ver tu almita herida te acompañé...
Hoy vas a entrar en mi pasado y hoy nuevas sendas tomaremos... ¡Qué grande ha sido nuestro amor!... Y, sin embargo, ¡ay!, mirá lo que quedó...