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Tanto más dichoso es uno en esta vida, cuanto menos se preocupa de parecerse a los demás.
Émile Pontich
El miedo a crearse enemigos obliga a veces a algún hombre original a no salir de la vulgaridad.
Las mujeres creen que hablar francamente equivaldría a quedar desnudas.
Cuando no hablan las mujeres es cuando más mienten.
Sabiendo como sabemos que Dios no se equivoca nunca, es fácil adivinar quién ha creado a la mujer.
Si se hubiera de estimar a cada cual según sus deseos, nunca podríamos pensar en nosotros mismos.
De ciertas personas puede decirse lo mismo que de los globos: Cuanto más se elevan, parecen más pequeños.
Nunca llegará a sospechar la mujer que con sus continuas muestras de dulzura y sus innumerables pequeñas atenciones, se hace desagradable a su marido.
Los perezosos gozan de esta prerrogativa: son frecuentemente tomados por filósofos.