Imágenes
Presta oídos al mundo que yace en algún rincón de ti mismo y que no precisa mostrarse para ser.
Emil Cioran
Deja de vigilar a tu alma; ¡mírala cómo sale de estampida al cielo!... Al menor descuido, envuelta en llamas, se suelta y se va hacia otros mundos. ¿De dónde vendrá esa súbita llamarada que la arroja al destierro en parajes celestiales mientras tú te quedas aquí, como victima junto a un cuerpo abandonado?
Mientras más se alejan los hombres de Dios, más avanzan en el conocimiento de las religiones.
Dios es una desesperanza que empieza donde terminan las otras.
Es difícil de precisar la fecha en que las iglesias llegarán a ser simples monumentos y el día en que las cruces, purificadas del símbolo de la sangre judaica, sonreirán inútilmente a la curiosidad estética. Hasta entonces, no tendremos más remedio que soportar en los retornos del alma el soplo sofocante de la fe.
La mentira es una forma de talento.
Sin Dios todo es nada, y Dios no es más que la nada suprema.
Elevemos lo que se ve al rango de alucinación, lo que se oye, al nivel de la música.
Frívolo y disperso, aficionado en todos los campos, no habré conocido a fondo más que el inconveniente de haber nacido.
Cuanto más aprendo a deleitarme en una ausencia de razones de ser o a actuar sin ninguna utilidad como no sea hacer más llevadero el tedio, más hombre soy. Labrador en el Sahara, ésa es su dignidad. Un animal que puede sufrir por lo que no es. He ahí al hombre.
El escepticismo es la embriaguez del atolladero.
¿Qué sería de nuestras tragedias si un insecto nos presentara las suyas?
Podemos estar orgullosos de lo que hemos hecho, pero deberíamos estarlo mucho más de lo que no hemos hecho. Ese orgullo está por inventar.
He servido en mi vida a muchos amos y he esculpido mi imagen de cada momento. Si las cosas extintas supiesen cuánto las he amado se procurarían un alma sólo para llorarme.
Sólo lo que se esconde es profundo y verdadero. De ahí la fuerza de los sentimientos viles.
Pero en el espíritu, al que lo infinito dotó de alas, el sueño es más real que todas las verdades. El mundo no es; se crea cada vez que el estremecimiento de un principio atiza las ascuas de nuestra alma. El yo es un promontorio en la nada que sueña con un espectáculo de realidad.
Sin embargo, tú sigue tu camino y, como un sol escéptico, ilumínalo con los rayos de tu cólera pensadora.
La naturaleza, buscando una fórmula que pudiera satisfacer a todo el mundo, escogió finalmente la muerte, la cual, como era de esperar, no ha satisfecho a nadie.
¿El final de la historia, el fin del hombre?, ¿es serio pensar en ello? Son sucesos lejanos que la Ansiedad -ávida de desastres inminentes- desea a toda costa precipitar.
La obsesión del nacimiento, al transportarnos más acá de nuestro pasado, nos hace perder el gusto por el futuro, por el presente y hasta por el pasado.
Lo que sé a los sesenta años, ya lo sabía a los veinte. Cuarenta años de un largo, superfluo trabajo de comprobación.
No tengo nacionalidad... el mejor estatus posible para un intelectual.
En todo profeta coexisten el gusto por el futuro y la aversión por la dicha.
No vale la pena molestarse en matarse porque uno siempre se mata demasiado tarde.
No soporto otro absoluto salvo mi accidente. Dado que soy, la ilusión de mi existencia me parece mi sentido supremo. No voy a enmendar nada de este acontecimiento.
Qué orgullo descubrir que nada te pertenece: qué revelación.
La lucidez: martirio permanente, inimaginable proeza.
Amar apasionadamente la vida, y luego deambular implorándote compasión a ti mismo por la ausencia ilimitada nacida de tu vacío, infame jardinero de la nada, sembrador de violetas y de pus...
Existe en la estupidez una gravedad que, mejor orientada, podría multiplicar el número de obras maestras.
Después de ciertas experiencias deberíamos cambiar de nombre, puesto que ya no somos el mismo.
No reducirse a una obra; sólo hay que decir algo que pueda susurrarse al oído de un borracho o de un moribundo.
Aceptarnos tal como somos: la única forma de evitar la amargura. En cuanto "nos negamos", en lugar de pagarlo con nosotros mismos, lo pagamos con los demás, y ya sólo segregamos hiel.
Hubo un tiempo en que el tiempo no existía... El rechazo del nacimiento no es otra cosa que la nostalgia de ese tiempo anterior al tiempo.
Si alguna vez has estado triste sin motivo, es que lo has estado toda tu vida sin saberlo.
Un libro es un suicidio aplazado.
Mi misión es matar el tiempo, y la del tiempo es matarme en su turno a mí, Qué cómodo se encuentra uno entre asesinos.
Sólo los espíritus superficiales abordan las ideas con delicadeza.
Imposible asistir más de un cuarto de hora sin impaciencia a la desesperación de alguien.
Podemos imaginarlo todo, predecirlo todo, salvo hasta dónde podemos hundirnos.
Los días no adquieren sabor hasta que uno escapa a la obligación de tener un destino.