Imágenes
Tú estás hecha de infancias, niña mía. Tú eres toda de niños. Vida solo.
Eliseo Diego
Amo tus mil imágenes en vuelo como un bando de pájaros salvajes.
Un poema no es más que la felicidad, que una conversación en la penumbra, que todo cuanto se ha ido, y ya es silencio.
Como quien toca con un dedo la punta fría del agua, mareándose de sólo su transparencia demasiada, me he puesto yo a mirar el no ser infinito que me aguarda.
La muerte es ese amigo que aparece en las fotografías de la familia, discretamente a un lado, y al que nadie acertó nunca a reconocer.
Y sin embargo, ves, me aferro al lunes y al día siguiente doy el nombre tuyo y con la punta del cigarro escribo en plena oscuridad: aquí he vivido.
Niña y muchacha y joven ya mujer, tú todas, colman mi corazón, y en paz las amo.
Este silencio, blanco, ilimitado, este silencio del mar tranquilo, inmóvil.
Y yo ciego de mí te acepto a ciegas del esplendor terrible de tu llama tan frágil y menuda entre mis brazos.
Quién sabe cómo fue ni cuándo y dónde me dijiste que sí, que me entregabas el huerto de ti misma, paraíso de magias y delicias y qué glorias.
Qué poco todo, mi amor, y cómo es corta la esperanza, cuando venimos a verla ya se nos acaba y están los hijos corriendo más allá de la mañana.
Pero quién vio jamás el ruedo misterioso de tu falda mientras cortas las rosas en la tarde ni el roce y la tristeza de la lluvia como un ajeno llanto por mi cara.
Cómo llevar a las palabras la sensación, el roce de tu mano por vez primera entre la mía.
La eternidad ignora las costumbres, le da lo mismo rojo que azul tierno, se inclina al gris, al humo, a la ceniza.
Por ti no pasa nunca el tiempo.
Decido hacer mi testamento. Es este: les dejo el tiempo, todo el tiempo.