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Estás en mí, como latido ardiente, en mis redes de nervios temblorosos, en mis vetas de instintos borrascosos, en los mares de insomnios de mi frente.
Elías Nandino
No me importa cómo juzguen mi vida, yo traté de vivirla haciendo estrictamente lo que ella apetecía.
Sin mi cuerpo no hubiera yo tenido el infierno carnal que me dio temple, por eso en él me quedo, hasta que juntos, al mismo tiempo nos volvamos tierra.
Al saber la vida de los enfermos -porque ellos mismos la cuentan para explicar sus males, dicen qué hicieron, cómo y por qué; es decir, sus secretos más íntimos- uno llega a ocupar el lugar de los confesores, y toda esa información, ese conocimiento del mundo le exige a alguien con sensibilidad...
Sigue durmiendo sin verme que yo, despierto, a tu lado, vuelo al vuelo de tu sueño y estoy tan cerca de ti, que respiro por tu cuerpo.
¡Nada es tan mío como lo es el mar cuando lo miro!
Sobre tus ojos dormidos dejo mis ojos cerrados para dormir con tu sueño y salir de ti, contigo, por los remansos del aire, por los espacios sin tiempo.
¿Qué es morir? Morir es alzar el vuelo sin alas sin ojos y sin cuerpo.
Un día la voz de la conciencia me laceraba tanto que, desperado, me coloqué frente al espejo y discutí... (Salí absuelto y los dos terminamos llorando...)
Y atado al corazón que no te olvida, ser un muerto que tiene por morada un cuerpo que no vive sin tu vida.
Amo y al amar yo siento que existo, que tengo vida y soy mi fuga encendida en constante nacimiento.
Usted me desespera, me mata, me enloquece, y hasta la vida diera por vencer el miedo de besarla a usted.
Después de lo gozado y lo sufrido, después de lo ganado y lo perdido, siento que existo aún porque ya, casi a la orilla de mi vida, puedo recordar y gozar enloquecido: en lo que he sido, en lo que es ido...
El amor que no ha venido pronto vendrá, ten confianza, y sin medir la tardanza que en mí tu vigor perdure: que mientras la vida dure lugar tiene la esperanza.
Mis dos profesiones siempre se complementaron porque siempre me nutria de intensas emociones. Por ejemplo, puedo decirle que el contacto con el dolor humano que conocí por medio de la cirugía, me hizo tomar a la muerte como la retórica de mi poesía.
Su amor es como un grito que llevo aquí en mi sangre y aquí en mi corazón. Y soy, aunque no quiera, esclavo de sus ojos, juguete de su amor.
Corazón: no te atormentes porque traicionen tu amor, espera un tiempo mejor y jamás te desalientes.
Cada mañana, al despertar, resucitamos; porque al dormir morimos unas horas en que, libres del cuerpo, recobramos la vida espiritual que antes tuvimos cuando aún no habitábamos la carne que ahora nos define y nos limita, y éramos, sin ser, misterio puro en el ritmo total del Universo.
Humana entraña de azúcar, efeba fruta de jade: ¡Cómo quisiera beberme el aroma de tu carne!
Estoy solo, con mi soledad a solas, amoldado a ella como el vino a los muros de la copa...
El aire te pronuncia con sílabas de asedio, y estoy seguro que a mi lado vive, incorpórea y precisa, la huella misteriosa de tu forma alumbrando la noche del profundo universo de mi sangre.
Soy tuyo, madre tierra: me invade el parentesco inevitable y hondo de tu ritmo en mi sangre, porque pese a mi miedo, a mi apego a la vida, hay algo en mis adentros que espera y desespera por regresar a ti...