Imágenes
El verdadero objeto de la ciudad es hacernos desear el campo.
Eduardo Marquina
Busca hijo mio, la fuente de las maravillas; aprende a inclinar tu frente, a hincar tus rodillas, ¡y Dios quiera, en tu poniente, de hojas amarillas, que tus manos -o tu mente- las tablas sencillas puedan colocar de un puente entre dos orillas!
Oro, poder y riquezas muriendo has de abandonar, al cielo sólo te llevas lo que des a los demás.
... Aunque derroche en comer, beber y jugar, ni gasta ni puede gastar un hombre como de noche.
En estos tiempos a nadie le da lustre háber nacido segundón de casa, grande:..
¡Vivir quisiera una vida que cupiera en un cantar!.