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Caiga la vergüenza sobre el que piense mal.
Eduardo III de Inglaterra
Decidle a vuestros vasallos de las Asturias de Oviedo, que dejen de remontar el Támesis y asaltar mis ciudades.
Cuantas menos palabras uno pronuncia, menos seran repetidas, y menos seran falseadas.
Maldito sea el malpensado.
Para Felipe, el que se llama a sí mismo rey de Francia.