Imágenes
En sus 10 mandamientos, Dios olvidó mencionar a la naturaleza. Entre las órdenes que nos envió desde el monte Sinaí, el Señor hubiera podido agregar, pongamos por caso: Honrarás a la naturaleza de la que formas parte. Pero no se le ocurrió.
Eduardo Galeano
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder.
Ya los atletas no compiten solos. Con ellos compiten también las farmacias que contienen.
En la civilización del capitalismo salvaje, el derecho de propiedad es más importante que el derecho a la vida.
Las teorías de Milton Friedman le dieron el Premio Nobel; a Chile le dieron el general Pinochet.
Cuanto más enseñaba, más aprendía.
No hay que confundir la sombra con el hueso; la democracia puede ser solamente una ficción que enmascare la dictadura económica.
Rosa quería un mundo donde la justicia no fuera sacrificada en nombre de la libertad, ni la libertad fuera sacrificada en nombre de la justicia.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales.
¿De cuántos siglos está hecho este momento que ahora vivo?
Son cada vez más las ciudades, y sobre todo las ciudades del sur, donde la gente está prohibida. Impunemente, los automóviles usurpan el espacio humano, envenenan el aire y, con frecuencia, asesinan a los intrusos que invaden su territorio conquistado.
De los pobres, sabemos todo: en qué no trabajan, qué no comen, cuánto no pesan, cuánto no miden, qué no tienen, qué no piensan, qué no votan, en qué no creen. Sólo nos falta saber por qué los pobres son pobres. ¿Será porque su desnudez nos viste y su hambre nos da de comer?
Los argentinos, nos dividimos en: aterrados, encerrados, enterrados y desterrados.
El recién nacido llora menos y duerme mejor cuando escucha la música de Mozart. Es la mejor bienvenida al mundo, la manera mejor de decirle: - Ésta es tu nueva casa. Y así suena.
La economía mundial es la más eficiente expresión del crimen organizado. Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una impunidad que humillan al mejor de los tirabombas.
Cada muerto se muere varias veces y al final sólo te queda, en el alma, una niebla de horror y de incertidumbre.
América Latina trata a sus indios como las grandes potencias tratan a América Latina.
El automóvil, el televisor, el vídeo, la computadora personal, el teléfono celular y demás contraseñas de la felicidad, máquinas nacidas para ganar tiempo o para pasar el tiempo, se apoderan del tiempo.
Dice un poeta negro del interior de Bahía: Primero, me robaron del África. Después, robaron el África de mí.
Arránqueme, Señora, las ropas y las dudas. Desnúdeme, desdúdeme.
La nuestra es una ciudad de gente que dice adiós.
El amor se puede provocar, dejando caer un puñadito de polvo de quereme, como al descuido, en el café o en la sopa o el trago. Se puede provocar, pero no se puede impedir...
Yo me duermo a la orilla de una mujer: yo me duermo a la orilla de un abismo.
Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.
Las decisiones, la sartén por el mango, la tienen cinco países en el Consejo de Seguridad, que son los que pueden vetar. Fíjate tú, qué retrato del mundo, ¿no? Es increíble: las cinco potencias que velan por la paz son las cinco principales productoras de armas; quienes hacen el negocio de la guerra se ocupan de la paz, en este mundo que está patas arriba.
La pobreza no estalla como las bombas, ni suena como los tiros.
Antes de encender el fuego que lo reduciría a carbón y ceniza, un sacerdote le promete gloria y eterno descanso si acepta bautizarse. Hatuey pregunta: - En ese cielo, ¿están los cristianos? - Sí. Hatuey elige el infierno y la leña empieza a crepitar.
Cada proyectil que se dispara, es un robo a los hambrientos que no tienen comida y a los desnudos que no tienen abrigo.
La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman,
Somos libres de ser lo que se nos ocurra ser. El destino es un espacio abierto y para llenarlo como se debe hay que pelear a brazo partido contra el quieto mundo de la muerte y la obediencia y las putas prohibiciones.
La vida y la muerte siguen.
El bienestar de nuestras clases dominantes, dominantes hacia dentro, dominadas desde fuera es la maldición de nuestras multitudes condenadas a una vida de bestias de carga.
La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para que sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.