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Los indios han padecido y padecen síntesis del drama de toda América Latina la maldición de su propia riqueza.
Eduardo Galeano
La ciencia universal poco tiene de universal; está objetivamente confinada tras los límites de las naciones avanzadas.
No consigo dormir. Tengo una mujer atravesada entre los párpados. Si pudiera, le diría que se vaya; pero tengo una mujer atravesada en la garganta.
Enfermo está el mundo, donde tener y ser significan lo mismo.
Son cosas chiquitas. No acaban con la pobreza, no nos sacan del subdesarrollo, no socializan los medios de producción y de cambio, no expropian las cuevas de Alí Babá. Pero quizá desencadenen la alegría de hacer, y la traduzcan en actos. Y al fin y al cabo, actuar sobre la realidad y cambiarla, aunque sea un poquito, es la única manera de probar que la realidad es transformable.
Países en desarrollo es el nombre con que los expertos designan a los países arrollados por el desarrollo ajeno.
Hay un único lugar donde ayer y hoy se encuentran y se reconocen y se abrazan. Ese lugar es mañana.
Ahora las torturas se llaman apremios ilegales. La traición se llama realismo. El oportunismo se llama pragmatismo. El imperialismo se llama globalización. Y a las víctimas del imperialismo se las llama países en vía de desarrollo.
Libres son quienes crean, no quienes copian, y libres son quienes piensan, no quienes obedecen.
La máquina enseña a aceptar el horror, como se acepta el frío en invierno.
El subdesarrollo de América Latina proviene del desarrollo ajeno y continúa alimentándolo.
El racismo se justifica, como el machismo, por la herencia genética: los pobres no están jodidos por culpa de la historia, sino por obra de la biología. En la sangre llevan su destino y, para peor, los cromosomas de la inferioridad suelen mezclarse con las malas semillas del crimen. Cuando se acerca un pobre de piel oscura, el peligrosímetro enciende la luz roja, y suena la alarma.
Los militares en el poder son más peligrosos: mienten más y roban más... porque se levantan más temprano.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
La cultura de consumo, cultura del desvínculo, nos adiestra para creer que las cosas ocurren porque sí.
La buena política conoce este secreto: cómo hacer morir de hambre a los que permiten vivir a los demás.
¿es lícito confundir la prosperidad de una clase con el bienestar de un país?
El poder, es como un violín. Se toma con la izquierda y se toca con la derecha.
Hay quienes creen que el destino descansa en las rodillas de los dioses, pero la verdad es que trabaja, como un desafío candente, sobre las conciencias de los hombres.
Mundo: Lugar peligroso. A pesar de desaparición de la amenaza soviética, el mundo continúa siendo un lugar peligroso.
No hay pasión o gloria que no conduzca a la pena.
La Biblia no dice qué dieta siguió Noé para llegar al Diluvio con seiscientos años de edad, ni cuál fue el método que usó la mujer de Abraham para quedar embarazada a los noventa, ni aclara si sabía hablar en hebreo la burra de Balaam, que discutía con su amo.
El burócrata es el hombre de madera, nacido por equivocación de los dioses, que lo hicieron sin sangre, sin aliento ni desaliento, y sin ninguna palabra que decir. Tiene eco, pero no tiene voz. Sabe transmitir órdenes, no ideas. Considera cualquier duda una herejía.
¿Por qué regresa uno? ¿Por la revolución? ¿Por este modo que tenemos de querernos sin decirlo? ¿De caminar como guapeando y mirar con melancolía?
Si se prohíbe la industria de la droga, industria asesina, ¿por qué no se prohíbe la industria de armamentos, que es la más asesina de todas?
Quien no tiene miedo al hambre tiene miedo a la comida. Los automovilistas tienen miedo de caminar y los peatones tienen miedo de ser atropellados.
La memoria guardará lo que valga la pena. La memoria sabe de mí más que yo; y ella no pierde lo que merece ser salvado.
Ya habrá tiempo para estar tristes. Años para estar tristes. Y toda la muerte, que es tan larga. Ahora no. No tenemos derecho.
Al fin y al cabo, somos lo que hacemos para cambiar lo que somos.
Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire.
La civilización que confunde a los relojes con el tiempo, al crecimiento con el desarrollo y a lo grandote con la grandeza, también confunde a la naturaleza con el paisaje, mientras el mundo, laberinto sin centro, se dedica a romper su propio cielo.
Si me caí, es porque estaba caminando. Y caminar vale la pena, aunque te caigas.
Mal que les pese a quienes dicen que el socialismo es una idea foránea, nuestra raíz más honda viene de la comunidad, la propiedad comunitaria, el trabajo comunitario, la vida compartida, y tiene a la solidaridad por centro.
Estos son tiempos de uniformidad obligatoria en todo. Nunca el mundo ha sido tan desigual en brindar oportunidades y tan parejo en los hábitos que impone.
Quizá el más certero símbolo de la época sea la bomba de neutrones, que respeta las cosas y achicharra a los seres vivos.
La derecha elige el pasado porque prefiere a los muertos: mundo quieto, tiempo quieto. Los poderosos, que legitiman sus privilegios por la herencia, cultivan la nostalgia.
2012, Entrevista en Bajada de Línea.
La nostalgia es un perro perseguidor que le muerde los talones.
El fútbol es la única religión que no tiene ateos.
No es necesario saber leer y escribir para escuchar la radio a transistores o mirar la televisión y recibir el cotidiano mensaje que enseña a aceptar el dominio del más fuerte y a confundir la personalidad con un automóvil, la dignidad con un cigarrillo y la felicidad con una salchicha.