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La verdadera escucha va mucho más allá de la percepción auditiva. Es el emerger de una atención alerta, un espacio de presencia en el que las palabras son recibidas.
Eckhart Tolle
La mayoría de la gente confunde el ahora con lo que ocurre en el ahora, pero son dos cosas distintas. El ahora es más profundo que lo que ocurre en él. Es el espacio en el que ocurren las cosas. Por tanto, no confundas el contenido de este momento con el ahora. El ahora es más profundo que cualquier contenido que surja en él.
El momento presente es el campo en el cual transcurre el juego de la vida. No puede jugarse en ningún otro lugar.
Ser uno con la vida significa ser uno con el ahora. Entonces nos damos cuenta de que no vivimos la vida, sino que ésta nos vive. La vida es la bailarina y nosotros somos la danza.
La realización espiritual consiste en ver claramente que no somos lo que percibimos, experimentamos, pensamos o sentimos; que no podemos encontrarnos en todas esas cosas que vienen y se van continuamente. Buda fue quizás el primer ser humano en ver esto claramente, de tal manera que anata (la ausencia del yo) se convirtió en uno de los puntos centrales de su enseñanza.
Cuando tu atención te traslada al ahora, estás alerta. Es como si despertases de un sueño: el sueño del pensamiento, el sueño del pasado y del futuro. Hay claridad, simplicidad. No queda sitio para fabricarse problemas. Simplemente este momento es como es.
El momento presente es como es. Siempre. ¿Puedes dejarlo ser?
Las cosas y las condiciones externas pueden darle placer, pero no pueden darle alegría. Nada puede darle alegría. La alegría no tiene causa y surge de adentro como alegría de ser.
La vida nos pone en el camino las experiencias que más necesitamos para la evolución de nuestra conciencia. ¿Cómo saber si ésta es la experiencia que usted necesita? Porque es la experiencia que está viviendo en este momento.
La apreciación desinteresada del reino de las cosas hará que el mundo que te rodea cobre vida de un modo que ni siquiera puedes comenzar a comprender con la mente.
Cuando te apegas a los objetos, cuando los usas para justificar tu valía ante ti mismo o a ojos de los demás, la preocupación por las cosas puede adueñarse completamente de tu vida. Cuando te identificas con las cosas, no las aprecias por lo que son, porque te estás buscando en ellas.
Qué maravilloso es poder ir más allá del deseo y del miedo en las relaciones. El amor no desea ni teme nada.
El aburrimiento significa que la mente tiene hambre de nuevos estímulos, de más alimento para el pensamiento, y que su hambre no está siendo satisfecha.
Si no hubieras sufrido como has sufrido, no tendrías profundidad como ser humano, ni humildad, ni compasión. No estarías leyendo esto. El sufrimiento abre el caparazón del ego, pero llega un momento en que ya ha cumplido su propósito. El sufrimiento es necesario hasta que te das cuenta de que es innecesario.
Las vidas de la mayoría de la gente están dirigidas por el deseo y el miedo. El deseo es la necesidad de añadirte algo para poder ser tú mismo más plenamente. Todo miedo es el miedo de perder algo y, por tanto, de sentirte reducido y de ser menos de lo que eres. Estos dos movimientos oscurecen el hecho de que el Ser no puede ser dado ni quitado. El Ser ya está en ti en toda su plenitud, ahora.
Sin embargo, qué fácil es recordar la verdad y volver a casa.
El ahora es como es porque no puede ser de otra manera. Ahora los físicos confirman lo que los budistas han sabido siempre: no hay cosas ni sucesos aislados. Por debajo de las apariencias superficiales, todas las cosas están interconectadas, son parte de la totalidad del cosmos que ha producido la forma que toma este momento.
El pasado y el futuro obviamente no tienen realidad propia. Lo mismo que la luna no tiene luz propia, sino que puede solamente reflejar la luz del sol, así el pasado y el futuro son sólo pálidos reflejos de la luz, el poder y la realidad del presente eterno. Su realidad es prestada del ahora.
Cuando se mira superficialmente, parece que el momento presente es uno entre muchos, muchos momentos. Cada día de tu vida parece estar compuesto por miles de momentos en los que ocurren distintas cosas. Pero, si miras más a fondo, ¿No hay siempre un único momento? ¿No es la vida siempre este momento?
Cuando entras en el ahora, sales del contenido de tu mente. La corriente incesante de pensamientos se apacigua. Los pensamientos dejan de absorber toda tu atención, ya no te ocupan completamente. Surgen pausas entre pensamientos, espacio, quietud. Empiezas a darte cuenta de que eres mucho más profundo y vasto que tus pensamientos.
Las situaciones son como son. La vida es muy simple. El momento presente siempre es bastante simple porque es solamente eso. La consciencia está en la simplicidad del momento presente.
Lo que emerge a través del acto de atención es lo incondicionado: quien eres en tu esencia, por debajo de tu nombre y de tu forma. Dejas de seguir un guión, te vuelves real. Cuando esa dimensión emerge dentro de ti, también la evocas en la otra persona. En último término no hay otro, siempre te estás encontrando contigo mismo.
Yo no soy mis pensamientos, emociones, percepciones sensorias y experiencias. Yo no soy el contenido de mi vida. Yo soy vida. Yo soy el espacio en el que ocurren todas las cosas. Yo soy conciencia. Yo soy el ahora. Yo soy.
La verdadera inteligencia actúa silenciosamente. Es en la quietud donde encontramos la creatividad y la solución a los problemas.
Cuando te encuentras con alguien, aunque sea muy brevemente, ¿Reconoces su ser prestándole toda tu atención? ¿O le reduces a un medio para un fin, un mero papel o función? ¿Cuál es la calidad de tu relación con la cajera del supermercado, con el empleado del aparcamiento, con el mecánico, con el cliente?
Tú no creaste tu cuerpo, y tampoco eres capaz de controlar las funciones corporales. En tu cuerpo opera una inteligencia mayor que la mente humana. Es la misma inteligencia que lo sustenta todo en la naturaleza. Para acercarte al máximo a esa inteligencia, sé consciente de tu propio campo energético interno, siente la vida, la presencia que anima el organismo.
El tiempo no es en absoluto precioso, porque es una ilusión. Lo que usted percibe como precioso no es el tiempo sino el único punto que está fuera del tiempo: el ahora. Este es ciertamente precioso. Cuanto más se enfoque en el tiempo - pasado y futuro- más pierde el ahora, lo más precioso que hay.
Pero todo el poder de la enseñanza espiritual viene a través de esta forma que soy por la simple razón de que yo sé que yo no soy nadie especial. Mucha gente identifica el poder del espíritu que viene a través de la forma con la forma, y es muy importante no aceptar esas proyecciones. Yo soy muy consciente de esas proyecciones y no las acepto, pienso que son ilusiones.
Una relación genuina es aquella en la cual no domina el ego con su búsqueda del yo y su creación de imágenes. En una relación genuina hay una corriente de atención sincera y alerta hacia la otra persona, en la cual no hay sensación alguna de deseo. Esta atención alerta es la Presencia. Es el requisito para toda relación auténtica.
Evitar el juicio no implica ignorar lo que el otro hace; implica reconocer que su conducta es una forma de condicionamiento; implica verla y aceptarla tal como es, sin construir una identidad para esa persona a partir del condicionamiento.
No podemos llegar a ser buenos esforzándonos por serlo sino encontrando la bondad que mora en nosotros para dejarla salir.
Cuando te haces amigo del momento presente te sientes como en casa dondequiera que estés. Si no te sientes cómodo en el ahora, te sentirás incómodo dondequiera que vayas.
La historia del comunismo, inspirado originalmente en ideales nobles, ilustra claramente lo que sucede cuando las personas tratan de cambiar la realidad externa, de crear una nueva tierra, sin un cambio previo de su realidad interior, de su estado de conciencia. Hacen planes sin tomar en cuenta la impronta de disfunción que todos los seres humanos llevamos dentro: el ego.
Pensamientos, emociones, percepciones sensoriales y experiencias constituyen el contenido de tu vida. Mi vida es de lo que derivas tu sentido del yo; mi vida son los contenidos, o al menos eso crees.
Y así olvidas que estás enraizado en el ser, en tu realidad divina, y te pierdes en el mundo. Confusión, ira, depresión, violencia y conflicto afloran cuando los seres humanos olvidan quiénes son.
La imagen de víctimas que algunas personas tienen de sí mismas es tan fuerte que se convierte en el núcleo central de su ego. El resentimiento y los agravios forman parte esencial de su sentido del yo.
Este momento -el ahora- es la única cosa de la que nunca puedes escapar, el único factor constante en tu vida. Pase lo que pase, por más que cambie tu vida, hay una cosa segura: siempre es ahora. Y ya que no es posible escapar del ahora, ¿Por qué no darle la bienvenida y hacerse amigo suyo?
No eres los pensamientos, eres el espacio desde el cual surgen los pensamientos. ¿Y qué es ese espacio? Es la conciencia misma. La conciencia que no tiene forma. Todo lo demás en la vida tiene forma. En esencia somos esa conciencia sin forma que está detrás de los pensamientos.