Imágenes
Barca, alma hermana; ¿Hacia qué tierras nunca vistas, de hondas revelaciones, de cosas imprevistas iremos? Yo ya muero de vivir y soñar...
Delmira Agustini
Tan fiel, que á veces dudo si pudo ser jamás...
Yo muero extrañamente... No me mata la vida no me mata la muerte, no me mata el amor; Muero de un pensamiento mudo como una herida... ¿No habéis sentido nunca el extraño dolor?
En el regazo de la tarde triste yo invoqué tu dolor... ¡Sentirlo era sentirte el corazón!
Maravilloso nido del vértigo, ¡Tu boca! Dos pétalos de rosa abrochando un abismo...
Para mi vida hambrienta, ¡Eres la presa única, eres la presa eterna!
Una paloma blanca como la nieve asoma, yo olvido el ave egregia y el bruto que foguea pensando que en los cielos solemnes de la idea a veces es muy bella, ¡Muy bella una paloma!
El triunfo de la noche. De tus manos, más bellas, fluyen todas las sombras y todas las estrellas, y mi cuerpo se vuelve profundo como un cielo.
Mi corazón es miel, perfume y fuego, y vivo y muero de una sed gloriosa: tu sangre viva debe ser mi riego.
¡Es tan divino quererse mucho, mucho y por toda la vida! Me parece que es toda la felicidad de la tierra.
Y ofrendé al nuevo dios mi corazón que abría como una flor de sangre de amor y de armonía. ¡Y le adoré con ansias y le adoré con llanto!
Para morir como su ley impone, el mar no quiere diques, ¡Quiere playas!
¡Ah! Por todos los templos, por todos los caminos, yo iba como en sueños, vagamente, hacia vos...
Manos enjoyadas del rubí de mi deseo, la perla de mi tristeza y el diamante de mi beso: llevad a la fosa misma un pétalo de mi cuerpo, manos que sois la vida, manos que sois ensueño.
Canta en la aurora rosada, canta en la tarde de plata, y cuando el sol, como un rey, muera en su manto escarlata, mientras que la noche llega, ¡Ensaya un ritmo y un sueño!
Tu espíritu amanece maravillosamente; Su luz entra en mi alma como el sol á un vergel...
Un arroyo es mi alma; Larga caricia de cristal que rueda sobre carne de seda, camino de diamantes de la calma.
Si para mí la tierra, si para mí el espacio, ¡Todos son los que abarca el horizonte puro de tus brazos!
Frufrúes, tin tines, sedas, cascabeles, collares de risas, chillidos alegres. ¿Quién es? ¡Adelante! Soy yo... ¡Carnaval!
Y en la alcoba que tu alma tapizaba de armiño, donde ardían los vasos de rosas de cariño, la soledad llamaba en silencio al horror...
Si se durmió llorando, que al despertar sonría...
¿Acaso importa que adorne el ala lo que oprime el vuelo?
Bajo los grandes cielos afelpados de sombras ó dorados de soles, arropada en el manto pálido y torrencial de mi melancolía, con una astral indiferencia miro pasar las intemperies...
Talismán del abismo, melancólico y fuerte, imantado de vida, imantado de muerte... A veces me pareces una tumba sin dueño... Y a veces... Una cuna ¡Toda blanca! Tendida de esperanza y de ensueño...
¡Y yo te amo, invierno! Yo te imagino viejo, yo te imagino sabio, con un divino cuerpo de mármol palpitante que arrastra como un manto regio el peso del Tiempo... Invierno, yo te amo y soy la primavera... Yo sonroso, tú nievas: tú porque todo sabes, yo porque todo sueño...