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El Ego, nuestra personalidad, que maneja nuestro comportamiento en el mundo, se mantiene a los mandos de esta mente y disfruta del nivel BETA, aunque no nos damos cuenta, pues le produce la energía que necesita para mantenerse en ese control y que le puede dar esa sensación de falsa seguridad que calma su instinto de supervivencia.
David Topí
Sólo atraemos las cosas cuando estamos en el mismo nivel "frecuencial" o vibratorio que aquello que deseamos.
La creencia que hay que dar todo por los otros, que primero hay que cumplir con los deseos ajenos (sean tus amigos, sea tu pareja, sea tu jefe), es sólo válida si acaso cuando personalmente has cubierto tus propias necesidades.
En el instante en que aprendemos la lección, nuestra frecuencia cambia, se modifica, deja de atraer hacia nosotros ese tipo de eventos, porque ya no es necesario, y nuestro imán se localiza en el siguiente tema a superar, tan bien trazado en nuestro plan inicial de estudios.
Así como tú te tratas a ti mismo, harás que te traten los demás, y lo más importante, el universo, la vida, el mundo.
Cada vez que quieras hacer algo con toda tu energía, y te esté pasando precisamente lo contrario, déjalo actuar, no lo resistas.
Analiza cómo es la gente que tienes alrededor, cómo es tu entorno, cómo vives, y entenderás cómo eres tú mismo en este momento, y qué está saliendo del manantial de emisiones que representa cada célula de tu cuerpo.
Tu propósito es atemporal, sin limitación geográfica, idiomática o cultural. Es universalmente válido y universalmente aplicable.
El destino, a vista de pájaro, actúa, lo tenía planificado desde el momento que naciste, y ahora lo coloca en tu camino, para que tú, con tu libre albedrío, y siguiendo a tu intuición y a las señales del universo, sepas que es por ahí por donde hay que tirar.
Tu misión o propósito no es otro que aquello que te hace ser feliz, que te sirve como referencia en todas y cada una de las circunstancias de la vida, que es inmutable, nunca cambia y no depende del país en el que vives o del momento en el que te encuentras.
¿Cuál es entonces la función de este Yo Superior? La de "coordinación"; y "supervisión";, en todos los sentidos, pero sin ninguna intromisión en el libre albedrio de lo que podríamos llamar "su parte encarnada";, es decir, nosotros, el alma.
Un propósito siempre será una brújula que nunca falla y siempre indica hacia donde está el norte.