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Nosotros los ateos encontramos los fundamentos de nuestra moralidad, desde luego, en la Naturaleza. ¿Dónde si no miraríamos?
Dan Barker
La verdad no demanda creencias. Los científicos no unen sus manos cada domingo, cantando: ¡sí, la ley de gravedad es real! Creo en mi corazón que todo lo que sube tiene que bajar. ¡Tendré fe! ¡Seré fuerte! ¡Amén! Si lo hicieran, pensaríamos que no están bastante seguros de ello.
Los teístas temen que la gente piense por sí misma; los ateos temen que no lo haga.
La fe es una quiebra intelectual.
Yo soy un ateo, porque no hay pruebas de la existencia de Dios. Esto debería ser todo lo que hay que decir al respecto: no hay pruebas, no las convicciones.
El propio concepto de pecado viene de la Biblia. El cristianismo lo ofrece para resolver un problema de su propia creación.
La manera de ser moral es aprender que es lo que causa daño y como evitarlo. Esto significa investigar la naturaleza, especialmente la naturaleza humana: quienes somos, que necesitamos, donde vivimos, como funcionamos, y porque nos comportamos de la manera que lo hacemos.
La mayoría de los ateos piensan que los valores morales son reales, pero ello no significa que sean objetivos. No pueden serlo. Un valor no es una cosa, es una función de la mente.
El verdadero amor es el respeto, la admiración, la compasión y la bondad.
Hay alegría en la racionalidad, la felicidad es la claridad de la mente.
La palabra moralidad es solo la etiqueta de un concepto, y los conceptos sólo existen en la mente.