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Piensa en lo peor que te podría suceder y después da gracias a Dios por lo bien que estás.
Dale Carnegie
En vez de preocuparse por su forma de expresión, ocúpese de las causas que la producen.
Hay un cierto grado de satisfacción en tener el valor de admitir los errores propios. No sólo limpia el aire de culpa y actitud defensiva, sino que a menudo ayuda a resolver el problema creado por el error.
Ponte a ti mismo en tu discurso.
Aquél que se ama a sí mismo, no tiene rival alguno.
Permite que la otra persona sienta que la idea es de ella.
Cuando algo nos desagrada es mucho más fácil criticar y censurar que tratar de comprender el punto de vista del prójimo. Con frecuencia es más fácil encontrar defectos que pronunciar elogios. Es más fácil hablar acerca de lo que uno quiere que de lo que quieren los demás. Y todo es así.
Hoy es el mañana por el que te preocupabas ayer.
Trata honradamente de ver las cosas desde el punto de vista de la otra persona.
Todo el mundo busca la felicidad, y hay un medio seguro para encontrarla. Consiste en controlar nuestros pensamientos. La felicidad no depende de condiciones externas, depende de condiciones internas.
Aún cuando tengamos razón y la otra persona esté claramente equivocada, sólo haremos daño si le hacemos perder prestigio.
Elogie el más pequeño progreso y cada progreso. Se caluroso en tu aprobación y generoso en tus elogios.
Empiece en forma amigable.
En lugar de condenar a la gente, vamos a tratar de entenderlos. Vamos a tratar de averiguar por qué hacen lo que hacen.
Habla pensando en lo que interesa a los demás.
Alienta a la otra persona. Haz que los errores parezcan fáciles de corregir.
Encuéntrate y sé tú mismo; recuerda que no hay nadie como tú.
Dale a la otra persona una buena reputación a la que hacer honor.
Mañana querrá usted persuadir a alguien de que haga algo. Antes de hablar, haga una pausa y pregúntese: ¿Cómo puedo lograr que quiera hacerlo?
Cuando tenemos una idea brillante, en lugar de hacer que el prójimo piense que es nuestra, ¿por qué no dejarle que prepare esta idea por sí mismo? Entonces considerará que la idea es suya, le gustará y será el primero en defenderla.
Muestra simpatía por las ideas y deseos de la otra persona.
Tres cuartas partes de las personas con las que se reunirá mañana, tienen hambre y sed de simpatía.
Cree en tu propio éxito, y lo tendrás.
El nombre de una persona es para ella el sonido más dulce e importante que pueda escuchar.
La crítica es inútil porque pone a la otra persona en la defensiva, y por lo común hace que trate de justificarse.
Acepta los riesgos, toda la vida no es sino una oportunidad. El hombre que llega más lejos es, generalmente, el que quiere y se atreve a serlo.
Llama la atención sobre los errores de los demás de forma indirecta.
Tratar con la gente es, probablemente, el mayor problema que se afronta, especialmente si se es un hombre de negocios.
Usted puede hacer más amigos en dos meses si se interesa en los demás, de los que puede hacer en dos años tratando de conseguir que otras personas se interesen por usted.
Vive en compartimentos estancos.
Si la vida te da un limón, haz limonada.
Recuerde que la persona con quien habla usted está cien veces más interesada en sí misma y en sus necesidades y sus problemas que en usted y sus problemas.
La diplomacia es el arte de conseguir que los demás hagan con gusto lo que uno desea que hagan.
Apela a los motivos más nobles.
No calientes tanto el horno de odio que te quemes tú mismo.
Se buen oyente, anima a los demás a hablar de sí mismos.
Demuestra aprecio honrado y sincero.
Despierta en los demás un deseo vehemente.
Permite que la otra persona salve su propio prestigio.
En lugar de censurar a la gente, tratemos de comprenderla. Tratemos de imaginarnos por qué hacen lo que hacen. Eso es mucho más provechoso y más interesante que la crítica; y de ello surge la simpatía, la tolerancia y la bondad.