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Si deseas felicidad de los demás, sé compasivo. Si deseas tu propia felicidad, sé compasivo.
Dalai Lama
La esencia del cristianismo y el budismo es la misma: la práctica del amor, para lo cual es necesario poner énfasis en el perdón y compartir el sufrimiento ajeno.
Mientras que si somos orgullosos, seremos presa de los celos y la ira y veremos con desprecio a los demás y así lo único que lograremos es que reine la infelicidad.
Un acto sexual se considera apropiado cuando las parejas utilizan los órganos definidos para la relación sexual y nada más. La homosexualidad, ya sea entre hombres o entre mujeres, no es inapropiada en sí misma. Lo que es inapropiado es el uso de órganos que ya han sido definidos como inapropiados para el contacto sexual.
Buscamos comportarnos correctamente porque es una buena actitud. Produce buenos frutos. La razón principal es que uno busca la felicidad y uno no desea el sufrimiento y en función de esto, uno realiza buenas acciones y evita las malas.
Si no perdonas por amor, perdona al menos por egoísmo, por tu propio bienestar.
La bondad o la maldad de los actos la determina su fruto.
Practiquen la meditación. Es algo fundamental. Una vez que se la disfruta, ya no se la puede abandonar, y los beneficios son inmediatos.
Si alguna vez no te dan la sonrisa esperada, sé generoso y da la tuya. Porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa, como aquel que no sabe sonreír a los demás.
La esencia de la vida espiritual está formada por nuestros sentimientos y nuestras actitudes hacia los demás.
El medio para hacer cambiar de opinión es el afecto, no la ira.
Si dominamos nuestra mente, vendrá la felicidad.
Las religiones son intentos de llevar beneficios a la gente y nunca deberían ser utilizadas como terrenos de antagonismo y violencias.
A través de la paz interior se puede conseguir la paz mundial. Aquí la responsabilidad individual es bastante clara ya que la atmósfera de paz debe ser creada dentro de uno mismo, entonces se podrá crear en la familia y luego en la comunidad.
La idea de un choque de civilizaciones es errónea y peligrosa.
La ira es nuestro auténtico enemigo ya que se haya en nuestra mente. La ira no cambia nunca su naturaleza. Siempre hiere y destruye. Y lo que es peor, aniquila nuestras propias fuerzas y energías.
Para crear una paz interior, lo más importante es la práctica de la compasión y el amor, la compresión y el respeto por los seres humanos. Los más poderosos obstáculos para ello son la ira y el odio, el temor y el recelo. De modo que, mientras la gente habla de desarme en el mundo entero, cierto tipo de desarme interno es prioritario.
Hay aspectos en los cuales las diferentes religiones pueden aprender unas de otras, pero no por ello deben resignar sus respectivas identidades. Los cristianos, por ejemplo, pueden encontrar de utilidad las técnicas budistas para desarrollar la concentración, o los prodigios de la meditación.
Ten en cuenta que el gran amor y los grandes logros requieren grandes riesgos.
La ira nace del temor, y éste de un sentimiento de debilidad o inferioridad. Si usted posee coraje o determinación, tendrá cada menos temor y en consecuencia se sentirá menos frustrado y enojado.
El éxito y el fracaso dependen de la sabiduría y la inteligencia, que nunca pueden funcionar apropiadamente bajo la influencia de la ira.
Si la religión perdura sólo como un conocimiento, no produce ningún beneficio concreto.
Si nuestra mente se ve dominada por el enojo, desperdiciaremos la mejor parte del cerebro humano: la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está bien o mal.
Esa oscuridad interior que llamamos ignorancia, es la raíz del sufrimiento. A mayor luz interior, menor oscuridad. Ésta es la única forma de alcanzar la salvación.
Estoy convencido que al final siempre prevalecerá la verdad y el amor entre los hombres por sobre la violencia y la opresión.
Siento que la armonía se basa en un sentido auténtico de la hermandad.
Nuestros problemas se deben a un apego apasionado a las cosas y a deseo que nunca se satisfacen por completo, entonces generan aún más angustia. Percibimos a las cosas como entidades permanentes. En el empeño de conseguir estos objetos de nuestro deseo, empleamos la agresión y la competencia como herramientas supuestamente eficaces, y nos destruimos cada vez más en el proceso.
Si quieres que otros sean felices, practica la compasión. Si quieres ser feliz tú, practica la compasión.
La muerte nos iguala a todos. Es la misma para un hombre rico que para un animal salvaje.
Para poder valorar mejor a los demás, es importante primero reflexionar sobre el error de valorarnos a nosotros mismos y en la cualidad de apreciar a otros. Si estimamos a los demás, entonces nosotros y los otros, seremos felices.
El enojo, el orgullo y la competencia son nuestros verdaderos enemigos.
El mantenimiento de la paz comienza con la autosatisfacción de cada individuo.
El cariño paternal, el contacto físico, la ternura amorosa hacia todos los seres vivos, la responsabilidad social y la atención especial a los menos privilegiados, todos estos conceptos son tan simples de entender. Entonces, ¿por qué su práctica parece costarnos tanto?
Mi verdadera religión es la bondad. Si la practicamos en nuestra vida, no importa si sabemos mucho o poco, o si creemos en la próxima vida o no, en Dios o en Buda. En nuestra vida cotidiana tenemos que ser pasivos. Ése es el pasaje a la luz.
El verdadero practicante debe ser un soldado que combate incesantemente contra sus enemigos interiores.
Creo en la determinación humana. A lo largo de la historia se ha comprobado que la voluntad humana es más poderosa que las armas.
Si asumimos una actitud de humildad, crecerán nuestras cualidades.
Estoy tratando desde mi lugar de subrayar la verdadera fraternidad entre los hombres.
Personas erradas, usan la religión en forma errada. Como resultado de ello, la religión contribuye a mayores luchas y mayores divisiones.
Tanto el creyente como el no creyente son seres humanos. Debemos tenernos un gran respeto.