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Estimar el esfuerzo muy por encima del galardón, ¿no es éste el mejor medio de exaltar la virtud?
Confucio
Trabaja en impedir delitos para no necesitar castigos.
No hay cosa más fría que un consejo cuya aplicación sea imposible.
Cuando uno examina su propia interioridad y comprueba que no hay en ella nada malo, ¿por qué habría de ser triste, qué tiene que temer?
La sabiduría se preocupa de ser lenta en sus discursos y diligente en sus acciones.
Los caminos del sabio son elevados e inasequibles. Sus actos pueden ser admirados, pero no imitados.
Las palabras han de expresar con fidelidad nuestro pensamiento.
No importa si se avanza poco; lo importante es no parar.
Quien ha nacido en nuestros días y retorna a los modos de la antigüedad es un estúpido y labra su propia desgracia.
Un hombre digno debe ayudar a los necesitados, pero no aumentar los bienes de los ricos.
El hombre de perfecta bondad posee cierto valor, pero el valiente no es necesariamente bueno.
Mi doctrina toda se resume en una sola cosa: "tchung" (el medio); o, acaso, en una sola palabra: "shu" (igualdad, reciprocidad, amor al prójimo).
Si no se aprende, la sinceridad se trueca en grosería; la valentía, en desobediencia; la constancia, en caprichoso empecinamiento; la humanidad, en estupidez; la sabiduría, en confusión; la veracidad, en ruina.
El que habla en exceso y sin cordura raras veces pone en práctica lo que dice. El hombre noble nunca teme que sus palabras superen a sus obras.
Si un gobernante rectifica su propia conducta, el gobierno es asunto fácil, y si no rectifica su propia conducta, ¿cómo puede rectificar a los demás?
No son las malas hierbas las que ahogan la buena semilla, sino la negligencia del campesino.
Los defectos y faltas de los hombres dan a conocer su verdadera valía. Si examinamos con atención las faltas de un hombre, llegaremos a conocer si su bondad es sincera o fingida.
La conciencia es la luz de la inteligencia para distinguir el bien del mal.