Imágenes
Elegir la propia máscara es el primer gesto voluntario humano. Y es solitario.
Clarice Lispector
No se equivoquen: la sencillez sólo se logra a través del trabajo duro.
Y fue tan cuerpo que fue puro espíritu.
Al final, ¿Qué importa más: vivir o saber que se está viviendo?
Lo que es verdaderamente inmoral es haber desistido de uno mismo.
Entonces, antes de entender, mi corazón se puso blanco como se ponen los cabellos.
Más allá de la oreja existe un sonido, la extremidad de la mirada un aspecto, las puntas de los dedos un objeto: es allí a donde voy.
Hasta que la frágil luminosidad de la madrugada los revelaba. Estaban separados, de pie sobre la colina. Exhaustos, frescos. Habían pasado a través de la oscuridad por el misterio de la naturaleza de los seres.
Cuando de noche él me llame, atrayéndome al infierno, iré. Desciendo como un gato por los tejados. Nadie sabe, nadie ve.
Comprende la vida porque no es suficientemente inteligente para no comprender.
Durante las horas de perdición tuve el valor de no componer ni organizar. Y sobre todo, el de no prever.
Tengo miedo de escribir, es tan peligroso. Quien lo ha intentado, lo sabe. Peligro de revolver en lo oculto y el mundo no va a la deriva, está oculto en sus raíces sumergidas en las profundidades del mar. Para escribir tengo que colocarme en el vacío.
A veces tenía taquicardia: bacanal del corazón. Pero sólo eso, y le sucedía desde joven. En su primer beso, por ejemplo, el corazón se desgobernó. Y fue una cosa buena, en el límite con lo malo.
Se podría quedar pensando en todo aquello tardes enteras. Por ejemplo: ¿Quién dijo por primera vez así: nunca?.
Alguien que me recoja como a un perro humilde, que me abra la puerta, me regañe, me alimente, me quiera severamente como a un perro, eso es lo que quiero, como a un perro, como a un hijo.
Nací en Ucrania, pero ya en fuga. Mis padres pararon en una aldea que ni aparece en el mapa, llamada Tchetchelnik, para que yo naciera, y se vinieron al Brasil, adonde llegué con dos meses. De manera que llamarme extranjera es una tontería. Soy más brasileña que rusa, evidentemente...
Siento una claridad tan grande que me anula como persona común y corriente. Es una lucidez vacía, ¿Cómo explicarlo?, algo así como un cálculo matemático perfecto que, sin embargo, no se necesita. Y no entiendo aquello que entiendo.
Y estaban los dientes, también: casi se podían contar millares de dientes dentro de la raya de la boca, y cada pedacito menor que el otro, y más blanco.
Escribo porque me resulta un placer que no puedo traducir. No soy pretenciosa. Escribo para mí, para sentir mi alma hablando y cantando, a veces llorando...
Qué pena que sólo sé escribir cuando la cosa viene espontáneamente. Así quedo a merced del tiempo. Y, entre un escribir verdadero y otro, pueden pasar años.
La vida es para ser vivida intensamente como el amor, que tiene que ser experimentado hasta la última gota sin ningún temor.
Por la lentitud y el tamaño, era una cucaracha muy vieja. En mi arcaico horror por las cucarachas aprendí a adivinar, aún a la distancia, sus edades y peligros; incluso sin haber encarado nunca realmente a una cucaracha conocía sus procesos de existencia.
Ellos querían gozar de lo prohibido. Querían elogiar la vida y no querían el dolor que es necesario para vivir, para sentir y para amar. Ellos querían sentir la inmortalidad aterradora.
El futuro de la tecnología amenaza destruir todo lo que es humano en el hombre, pero la tecnología no alcanza a la locura, y en ella es donde lo humano del hombre se refugia.
Allí estaba una mujer que la golosina del más fino sueño jamás pudiera imaginar.
Donde expira un pensamiento hay una idea, en el último suspiro de alegría otra alegría, en la punta de la espada la magia: es allí a donde voy.
El objeto silla siempre me interesó. Miro ésta que es antigua, comprada en un anticuario, y estilo imperio; no se podría imaginar mayor simplicidad de líneas, contrastando con el asiento de fieltro rojo. Amo a los objetos en la medida en que ellos no me aman.
Hay cosas indestructibles que acompañan el cuerpo hasta la muerte como si hubieran nacido con él. Y una de esas es lo que surge entre un hombre y una mujer que viven juntos ciertos momentos.
La forma del caballo representa lo mejor del ser humano. Tengo un caballo dentro de mí que raramente se expresa. Pero cuando veo a otro caballo entonces el mío se expresa. Su forma habla.
Escribir es tratar de entender, es tratar de reproducir lo irreproducible.
Pero es que basta con silenciar para vislumbrar, debajo de todas las realidades, la única irreductible, la de la existencia.
¡Quién sabe a qué oscuridad de amor puede llegar el cariño!
¿Donde estuviste de noche? Nadie lo sabe. No intentes responder, por amor de Dios. No quiero saber la respuesta. Adiós.
Oh, cachorro, ¿Dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero lentamente. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.
¿Por qué un perro resulta tan libre? Porque él es el misterio vivo que no se indaga.
Amo a los objetos en la medida en que ellos no me aman.
La bondad era tibia y sin consistencia, olía a carne cruda guardada mucho tiempo.
Podía verse el suave aliento húmedo, el aliento brillante y tranquilo que salía de las narinas trémulas extremadamente vivas y temblorosas de los caballos y yeguas en ciertas madrugadas frías.
La vida es igual en todas partes, lo que se necesita es gente que sea gente.
Ya se estaban produciendo entonces en mí, y yo todavía no lo sabía, las primera señales de hundimiento de cavernas calcáreas subterráneas, que se derrumbaban bajo el peso de camadas arqueológicas estratificadas -y el peso del primer hundimiento hacía caer las comisuras de mi boca, me dejaba con los brazos caídos.