Imágenes
Queremos olvidar para siempre la pena, evadir el misterio de la humana diferencia, rechazar a destajo el límite de nuestra naturaleza.
Clara Janés
¿Qué momento de vida es distinto de un trabajo forzado que un preso realiza sin saber si algún día redimirá con él una culpa desconocida?
Soy hermosa y mi piel es suave y el viento del mar me devuelve rocío de tiernas tersuras.
Desde esa cárcel torturante que es la vida, pido la autonomía total del hombre y el derecho a no justificar para nada su existencia.
Una llama seduce el humo de los sueños que me acunan. Vela mi corazón aunque yo duerma.
También yo mataría, incluso a ti: me haces soñar sin tregua, no me dejas dormir.
Tuve un amante que ensalzó mis caderas y mi forma de amar intensa y silenciosa...
En cada esquina hay un niño que llora, en cada esquina.
Esperaré paciente, acechando, como un perro, el momento. O me iré por la selva de tus versos abriéndome camino lentamente por ocultos senderos, por pequeños resquicios que has dejado entreabiertos.
No, no se puede salir por puertas que en las paredes están sólo pintadas.
Me dejaré morir en tu silencio, que de noche me diste de comer los frutos del cerezo en tu alcoba de sombras sangrantes de perfume y nada más deseo.
Desconfía de aquellos que no han considerado nunca el suicidio. Van haciendo paso a paso el camino, cegándose al abismo que siempre acosa al hombre. Entran en la matemática rueda de la materia. Se hacen invulnerables a la desesperación. Cuentan incluso, fríamente, con el corazón.
A veces el poema es el objeto o don y con más evidencia pone de manifiesto ese propósito: dar luz a una palabra sin quitarle su magia o ser depositario de una visión o de un sentir, que toma cuerpo en sílabas contadas.
Nunca sabré de ti, y eso lo supe desde el primer encuentro. Esta certeza tiene tanta fuerza que es como si tuviera noticias tuyas a cada momento.
Quiero tener el cielo desnudo entre las manos: deshacer lentamente el color de las cosas, el germen del dolor.
Huye del fugitivo, del que no toca tierra con sus plantas, y mírate en el rostro de las horas despiadada.
Revuelta con el viento mi alma has arrastrado hasta la orilla de tu alma.
Quiero arrancar la máscara de los astros y el tiempo, desentrañar el fuego de la común hoguera de la vida y la muerte, y poseer la esencia, lo absoluto, lo eterno.