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Todos los hombres pueden caer en el error, pero solo los necios perseveran en él.
Cicerón
Un protector excelente de la oveja, es el lobo.
No logran entender los hombres cuán gran renta constituye la economía.
Los deseos deben obedecer a la razón.
Si las leyes fueran constituidas por los hombres, o por las sentencias de los jueces, serían derechos matar, robar, adulterar, etcétera.
Es más propio del hombre de recto carácter el odio abierto y declarado, que ocultar los sentimientos bajo un semblante tranquilo.
Con la costumbre casi se forma otra naturaleza.
Yo no quiero morir, pero no me importa haber muerto.
Hay dos clases de belleza, el encanto y la dignidad. El encanto es la cualidad de la mujer; la dignidad, del hombre.
No considero libre a quien no tiene algunas veces sus ratos de ocio.
De la misma manera que la fuerza del espíritu supera a la del cuerpo, los sufrimientos espirituales son más intensos que los corporales.
Las leyes callan cuando las armas hablan.
La ley no ha sido establecida por el ingenio de los hombres, ni por el mandamiento de los pueblos, sino que es algo eterno que rige el Universo con la sabiduría del imperar y del prohibir.
Quita su mejor ornato a la amistad quien de ella suprime la vergüenza.
La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.
El gobernante de un pueblo no hallará medio más fácil para conquistar su simpatía que una vida austera y morigerada.
Por conservar la libertad, la muerte, que es el último de los males, no debe temerse.
La sola idea de que una cosa cruel pueda ser útil es ya de por sí inmoral.
La virtud es la perfección de la naturaleza.
Es bueno acostumbrarse a la fatiga y a la carrera, pero no hay que forzar la marcha.
El egoísta se ama a sí mismo sin rivales.
Quo usque tandem, Catilina, abutere patientia nostra.
No existe ninguna justicia si a cada uno no le está permitido poseer lo suyo.
El tiempo es una cierta parte de la eternidad.
En las horas de peligro es cuando la patria conoce el quilate de sus hijos.
Todo arrogancia es odiosa, pero la arrogancia del talento y de la elocuencia son de las más desagradables.
Tiempos duros exigen medidas duras.
Hay que atender no sólo a lo que cada cual dice, sino a lo que siente y al motivo porque lo siente.
Estemos siempre a punto para contradecir sin obstinación y dejarnos contradecir sin irritación.
No me da vergüenza confesar que soy ignorante de lo que no sé.
El no ser codicioso es ser rico, y el no tener la manía de comprar es una renta.
No comprendo por qué el que es feliz busca una felicidad mayor.
La religión no se suprime suprimiendo la superstición.
Debemos cuidar de que los delitos no sean castigados con más severidad de la que merecen.
¡Oh tiempos, oh costumbres!
No sentir la avidez de riquezas es una gran riqueza; no tener la manía de gastar es una renta.
Los hombres se asemejan al vino: el tiempo agria a los malos y mejora a los buenos.
¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?
Las leyes guardan silencio cuando suenan las armas.
La falsedad está tan cercana a la verdad que el hombre prudente no debe situarse en terreno resbaladizo.