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Los honores son una mierda.
Che Guevara
Todos los pueblos del mundo deben unirse para conseguir lo más sagrado, que es la libertad, que es el bienestar económico, que es el sentimiento de no tener absolutamente ningún problema insalvable por delante.
Crear, dos, tres... muchos Viet-Nam es la consigna.
... y sobre todo, sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario.
El conocimiento nos hace responsables.
El individualismo debe ser, mañana, la realización completa de las capacidades de todo un individuo en beneficio absoluto de una colectividad.
Sé que vienes a matarme. Dispara cobarde. Solo vas a matar a un hombre.
¡Hasta la victoria! Siempre tuyo, El Che.
La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud, en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera.
La revolución se lleva en el corazón no en la boca para vivir de ella.
El odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una eficaz, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así: un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal.
Todos los días hay que luchar porque ese amor a la humanidad viviente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo, de movilización.
Nuestra libertad y su sostén cotidiano tienen color de sangre y están henchidos de sacrificio.
Todos y cada uno de nosotros paga puntualmente su cuota de sacrificio conscientes de recibir el premio en la satisfacción del deber cumplido, conscientes de avanzar con todos hacia el Hombre Nuevo que se vislumbra en el horizonte.
El ajedrez constituye un medio eficaz para la educación y formación del intelecto del hombre.
Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica, como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie.
Permitidme que diga, aun a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario se guía por grandes sentimientos de amor.
Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con mucha más riqueza interior y con mucha más responsabilidad.
Dejaría de ser hombre si no me gustaran las mujeres. Ahora, dejaría de ser revolucionario si yo dejara de cumplir uno solo de mis deberes como revolucionario y de mis deberes conyugales, porque me gustaran las mujeres.
El ajedrez es un pasatiempo, pero es además un educador del raciocinio.
Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación.
Me siento también tan cubano como el que más y soy capaz de sentir en mí el hambre y los sufrimientos de cualquier pueblo de América, fundamentalmente, pero además de cualquier pueblo del mundo.
Muchos me dirán aventurero, y lo soy, sólo que de un tipo diferente y de los que ponen el pellejo para demostrar sus verdades.
Apunte y sostenga firme el arma: va a matar a un hombre.
Pero la juventud tiene que crear. Una juventud que no crea es una anomalía realmente.