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¡Sentirse empujado, y atropellado y obligado a circular, y sentir verdaderamente que parece ser verdad que uno no tiene nada que hacer ahí, ni allá, ni en ninguna parte, y, sin embargo, sentirse perplejo ante la idea de que uno está ahí sin saber por qué, y nadie se ha interesado por mí hasta que me ha convertido en el ser que es uno!
Charles Dickens
Abre los pulmones, lava el semblante, ejercita los ojos y suaviza el temperamento; así que llora.
Se acabó y ya no hay remedio, lo cual es un consuelo, como dicen en Turquía.
Nunca podría haber hecho lo que he hecho, sin los hábitos de puntualidad, orden y diligencia, sin la determinación de concentrar en mí un objetivo a la vez.
Nuestras peores debilidades y bajezas las solemos cometer por causa de las gentes a quienes más despreciamos.
La comunicación electrónica nunca reemplazará al rostro de un ser humano que con su alma alienta a otra persona a ser valiente y auténtica.
Es ésta una melancólica verdad: que los grandes hombres tienen también parientes pobres.
¡Feliz, feliz Navidad, la que hace que nos acordemos de las ilusiones de nuestra infancia, le recuerde al abuelo las alegrías de su juventud, y le transporte al viajero a su chimenea y a su dulce hogar!
El número de malhechores no autoriza el crimen.
Un día gastado en otros es un día gastado en uno mismo.
Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año.
La regla de oro de todo negocio es: engaña a los demás, de lo contrario te engañarán ellos.
Nunca he creído posible que una habilidad natural o adquirida pudiera desdeñar la compañía de otras virtudes más humildes como la laboriosidad y la perseverancia. En este mundo no hay nada comparable al deseo de llegar hasta el fondo de las cosas.
Jamás seas mezquino en nada; jamás seas desleal; jamás seas cruel.
La ley es un asno.
En su compañía jamás gocé de una sola hora de felicidad, y, sin embargo, durante las veinticuatro horas del día no pensaba más que en tenerla a mi lado hasta la hora de mi muerte.
Hay grandes hombres que hacen a todos los demás sentirse pequeños. Pero la verdadera grandeza consiste en hacer que todos se sientan grandes.
Cuanto más engorda uno, más prudente se vuelve. Prudencia y barriga son dos cosas que crecen simúltaneamente.
La caridad empieza en nuestra casa y la justicia en casa del vecino.
Si el mundo va mal era porque, quizá por distracción, nadie pretendió nunca que fuera bien.
Jamás tengas una misión, mi querido hijo.
Acostúmbrese a no considerar nada por su aspecto, sino por su evidencia.
Ahora me doy cuenta de que mis reglas de oro han sido no hacer nada a medias y no menospreciar ninguna de mis tareas, cualesquiera que fueran.
Los diferentes medios de comunicación nunca serán un sustituto para la cara de alguien que alienta con su alma a otra persona a ser valiente y honesta.
La caridad comienza en mi casa, y la justicia en la puerta siguiente.
Hay una sabiduría de la cabeza y una sabiduría del corazón.
Es como que lo muelan a uno en pedacitos en un molino lento, es como que lo asen a fuego lento, es como morir de las picaduras de una sola abeja; es como irse ahogando a gotas; es como ir enloqueciendo a pequeñas dosis.
No fracasa en este mundo quien le haga a otro más llevadera su carga.
Si usted pudiera ver mis pies cuando no llevo botas, se haría una idea de lo que es cariño no correspondido.
¡Hay en ti más salsa de carne que carne de tumba, seas quien seas!