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Si usted no quiere conocer a nadie y que nadie lo conozca, viva en la ciudad.
Charles Caleb Colton
Debemos usar un libro como las abejas las flores: para absorver su esencia.
La ignorancia es una página en blanco sobre la que podemos escribir; el error, por el contrario, es una página ya garabateada que primeramente hay que borrar.
La imitación es la forma más sincera de la adulación.
El mayor amigo de la verdad es el tiempo; su más encarnizado enemigo, el prejuicio; y su constante compañero, la humildad.
Pedimos consejos, pero deseamos nos den la aprobación.
El error es una hoja garabateada que primero hay que borrar.
El aplauso es el acicate de los ánimos nobles y la meta y fin de los débiles.
Nadie tan aficionado a secretos como aquel que no hace intención de guardarlos.
La guerra es un negocio en que suelen ganar los príncipes, pero en que siempre pierde el pueblo.
El vicio nos atormenta aun en medio de nuestros placeres; la virtud, empero, nos conforta aun en medio de nuestras aflicciones.
El éxito nos muestra un lado del mundo; la adversidad nos trae el revés de la pintura.
Cuando no tengas nada que decir, no digas nada; una defensa débil fortalece a tu oponente, y el silencio es menos perjudicial que una mala respuesta.
La mayor parte de nuestras desgracias resultan más soportables que los comentarios que de ellas hacen nuestros amigos.
Siempre es saludable el aprender, aunque sea de nuestros enemigos; rara vez es seguro el aventurarse a instruir, aunque sea a nuestros amigos.
De todas las formas de gobierno, la del populacho es la más sangrienta; la del ejército, la más cara; y la de los paisanos, la más vejatoria.
Cuando pedimos consejo lo que esperamos a menudo es más bien aprobación.
El hombre es una paradoja hecha carne, un manojo de contradicciones.
Es una pobre lectura la que se hace sólo por ver cómo termina un libro.
Muchos hablan sinceramente cuando dicen que desprecian las riquezas, pero se refieren a las riquezas que poseen los demás.
Hasta que no estés muerto no esperes alabanzas sin mezcla de envidia.
Los brutos dejan la ingratitud para el hombre.
Los hombres luchan y se afanan por la religión; discuten por ella, combaten por ella, mueren por ella; todo lo hacen... menos vivir ajustándose a ella.
La más humilde choza puede estar segura de sufrir todos los errores de la corte, del gabinete o del cuartel general.
El que se cree feliz es el único feliz.
Si quieres ser conocido y no conocer, entiérrate en un pueblo; si quieres conocer y no ser conocido, vive en una ciudad.
Un poder situado por encima de toda responsabilidad humana debe estar fuera del alcance de todo ser humano.
Los hombres reñirán, escribirán, lucharán, morirán por la religión; todo excepto vivirla.
Los tiranos no han descubierto todavía cadenas capaces de encadenar la mente.
Volver la vista atrás, hacia la Antigüedad, es una cosa, y marchar atrás hacia ella, es otra.
La calumnia deja siempre en peor lugar al calumniador; nunca al calumniado.
Para conocer las fatigas del poder, dirijámonos a los que lo tienen en su mano; para conocer sus placeres, vayamos a aquellos que andan tras él; los sinsabores del poder son reales; sus placeres, imaginarios.
Los brutos son ingratos con los hombres.
Los exámenes son formidables incluso para el mejor preparado, ya que el mayor estúpido puede preguntar más de lo que el mayor sabio pueda responder.
La mayoría de nuestros infortunios se pueden soportar más que los comentarios de nuestros amigos.
El juego es hijo de la avaricia, pero también padre del despilfarro.
La amistad acaba a, menudo en amor, pero el amor no termina nunca en amistad.