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Me parece absurdo que las leyes, que son expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, cometan ellas mismas también uno, ordenando un homicidio público para alejar a los ciudadanos del asesinato.
Cesare Beccaria
La pena de muerte es la guerra de una nación contra un ciudadano cuya destrucción es para los jueces necesaria o útil.
¿Queréis prevenir los delitos? Haced que la ilustración acompañe a la libertad. Los males que nacen de los conocimientos están en razón inversa de la difusión de los mismos, y los bienes lo están en razón directa.
Las personas toman caminosdiferentes buscando su realización y felicidad. Sólo por el hecho de no estar en tu camino no significa que están perdidos.
La finalidad del castigo es asegurarse de que el culpable no reincidirá en el delito y lograr que los demás se abstengan de cometerlo.
Las leyes son las condiciones con que los hombres independientes y aislados se unieron en sociedad, fatigados de vivir en un continuo estado de guerra y de gozar una libertad convertida en inútil por la incertidumbre de conservarla.
No puede esperarse ventaja alguna duradera de la política moral, si ésta no se funda en los sentimientos indelebles en el hombre. Toda ley que se desvíe de éstos, encontrará siempre una resistencia contraria que al cabo vencerá, del mismo modo que una fuerza, aunque sea muy pequeña, si se aplica muy continuadamente, vence cualquier movimiento violento comunicado a un cuerpo.
Un gobierno sabio no sufre el ocio político en el seno del trabajo y de la industria. Yo llamo ocio político a todo aquello que no contribuye a la sociedad ni con el trabajo ni con la riqueza.
Feliz es una nación si no tiene historia.
Cuando las leyes son claras y precisas, la función del juez no consiste más que en comprobar un hecho.
Si abrimos las historias, veremos que las leyes, que son, o que deberían ser, pactos entre hombres libres, por lo general no han sido más que instrumento de las pasiones de unos pocos, cuando no han nacido de una necesidad fortuita y pasajera.
Cada hombre tiene su punto de vista y en cada diferente tiempo cada cual tendrá el suyo distinto.
Ni el grande, ni el rico deben satisfacer por precio los atentados contra el flaco y el pobre; de otra manera las riquezas, que, bajo la tutela de las Leyes, son el premio de la industria, se vuelven alimento de la tiranía. No hay libertad, cuando algunas veces permiten las Leyes, que en ciertos acontecimientos el hombre de ser de ser persona, y se repute como cosa.
Parece un absurdo que las leyes, esto es, la expresión de la voluntad pública, que detestan y castigan el homicidio, lo cometan ellas mismas, y para separar a los ciudadanos del intento de asesinar ordenen un público asesinato.
Prohibir una multitud de acciones indiferentes, no es prevenir los delitos que puedan nacer de aquéllas, sino crear otros delitos nuevos.
Los delitos deben ser calificados según el daño infligido a la sociedad.
Ningún hombre ha dado gratuitamente parte de su libertad propia con solo la mira del bien público: esta quimera no exîste sino en las novelas. Cada uno de nosotros querria, si fuese posible, que no le ligasen los pactos, que ligan á los otros. Qualquiera hombre se hace centro de todas las combinaciones del globo.
Los hombres, abandonados a sus sentimientos evidentes, gustan que las leyes sean crueles, aun cuando, sujetos a las mismas, a cada uno de ellos le interesaría que fuesen moderadas, por ser mayor el temor de sufrirlas que los deseos de ofenderlas.
Toda pena que no se deriva de la absoluta necesidad, es tyránica: proposición que puede hacerse más general de esta manera. Todo acto de autoridad de hombre á hombre, que no se derive de la absoluta necesidad, es tyránico.
El juez debe hacer en todo delito un silogismo perfecto: la mayor de este silogismo debe ser la ley general; la menor, será la acción conforme o no a la ley; y finalmente, la consecuencia tendrá que ser la libertad o la pena.
Es imposible no asignar a la violación del derecho de seguridad (contra su vida y propiedad) adquirido por todo ciudadano alguna de las penas más considerables.
La pena de muerte se convierte en un espectáculo y en un motivo de compasión desdeñosa para algunos; ambos sentimientos ocupan más el ánimo de los espectadores que no el saludable temor que pretende inspirar la ley.
La suma de todas estas porciones de libertad sacrificadas al bien de todos, es lo que forma la soberanía de una Nación.
Todo acto de autoridad de hombre á hombre, que no se derive de la absoluta necesidad, es tiránico.
Felicidad es tener buena salud y mala memoria.