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Si tu condición te parece mala, piensa en quien está peor que tu.
Catón
Hay mucha diferencia entre apreciar la virtud y menospreciar la vida.
¿Y nos admiramos cómo se ha perdido la república, viendo que la ambición del mando nos sigue hasta el borde del precipicio?
Los sabios aprenden más de los tontos que los tontos de los sabios.
Evita aquello que excede la medida y recuerda acontentarte del después: es más segura la barca transportada por una corriente moderada.
Amargas son las raíces del estudio, pero los frutos son dulces.
Nunca se es más activo que cuando no se hace nada; nunca se está menos solo que cuando nadie le acompaña a uno.
Había sido invencible Pompeyo mientras no había hecho nada saludable y justo, y ahora, cuando quería salvar la patria, y combatir por la libertad, lo abandona su próspera fortuna.
Compra lo necesario y no lo superfluo.
No se entrará en batalla con un hombre aguerrido y terrible, sino que ganará tiempo, porque este es el que marchita el vigor de la tiranía.
Puedo perdonar todos los errores, menos los míos.
Pues si yo quisiera que mi salud fuera una gracia de César, a mí me tocaba ir a implorarla directamente; más no quiero tener nada que agradecer a un tirano en aquello mismo que es injusto, y no puede menos que no serlo, salvando como dueño y señor a los que no era razón dominarse.
Cuando uno tiene motivos de quejarse de un amigo, conviene separarse de él gradualmente, y desatar, más bien que romper, los lazos de la amistad.
No avergonzarse de querer aprender las cosas que no sabes: saber algo es loable, reprobable no querer aprender.
A quien sabes que lo necesita no vendas aquello que puedes darle gratis.
Examina siempre atentamente todo aquello que uno dice: las palabras nacen y al mismo tiempo desvelan el carácter de los hombres.
Cuídate de que nadie te odie con razón.
Cuenta siempre los favores que recibes de los otros, pero calla los favores que haces tú a los otros.
No pierdas el tiempo en discutir con los estúpidos y los charlatanes: la palabra la tienen todos, el buen juicio solo unos pocos.
Sé loco cuando la ocasión te lo reclame.
Pues si alguno de vosotros, oh ciudadanos, hubiera dado crédito a lo que siempre estuve pronosticando y aconsejado, ni ahora temeríais a un hombre solo, ni en un hombre solo tendríamos nuestras esperanzas.
No cesar nunca de aprender y actuar de modo que aumente siempre aquello que sabes: raramente la sabiduría es fruto sólo de la vejez.
Prefiero ver a un joven ruborizarse, que palidecer.
Vergüenza es, ¡oh Cátulo!, que tú, a quién incumbe examinar y corregir las vidas de todos nosotros, te dejes seducir de nuestros dependientes.
Intenta convencerte de que la muerte no debe ser temida: de hecho ésta, si no es un bien, es al menos el fin de todos los males.
Se habla, ¡oh Catón!, y se murmura de tu silencio. Muy bien, como no se murmure de mi conducta, pues yo empezaré a hablar cuando no haya de decir nada que fuera mejor no haberlo dicho.
Qué hombre tan osado y tan cobarde al mismo tiempo el que contra uno solo, desarmado y desnudo, ha levantado tanta gente.
Infelices poned remedio a este mal modo de recibir a los huéspedes; no todos los que vengan serán Catones, embotad con el buen trato su autoridad y poder, porque no suelen desear más que un pretexto para tomarse fuerza lo que no les da grado.
No es tiempo de vacaciones y recreo, sino que es menester contener a este hombre o morir honrosamente contendiendo por la libertad.
A nadie perjudicó el haber guardado silencio.
Espíritu libre para decidir.
Anda y manifiesta a Pompeyo que a Catón no se le gana por ese lado; mas que con todo, aprecia su afecto, y en las cosas justas le dará pruebas de una amistad más leal que todos los parentescos, pero no dará prendas a la gloria de Pompeyo en daño de la patria.
No dejes escapar nunca aquello que sabes que puede serte útil: las ocasiones tienen el pelo largo delante, pero detrás están calvas.
No hagas nunca las cosas por las que normalmente criticas a los otros: es vergonzoso ser retractados por las propias culpas.
A quien sabes que no está a tu par, cede momentáneamente: a menudo el vencedor es superado por el vencido.
Obra vuestra ha de ser el desinflar a este hinchado y amoldarle a lo que conviene.
Educa siempre a tu espíritu y no dejes nunca de aprender: la vida sin cultura es una imagen de la muerte.
En los momentos serenos acuérdate de temer siempre a la adversidad y en la adversidad acuérdate de tener esperanza siempre en cosas mejores.
Si dominas el tema, las palabras vendrán solas.
La primera virtud es la de frenar la lengua; y es casi un dios quien teniendo razón sabe callarse.