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Mas ya movía mi deseo y mi voluntad, el amor que mueve el sol y las demás estrellas.
Cassandra Clare
Había conocido muchos monstruos que podían amar, pero sólo a unos cuantos que habían dejado que ese amor los cambiara, que habían sido capaces de transformar el amor por una persona en bondad para con muchos.
Nadie que te ame, desearía sacrificar tu propia felicidad.
Puede que haya un Dios, Clary, y puede que no lo haya, pero no creo que tenga importancia. En cualquier caso, estamos solos.
Lo que sé es que si nacemos de nuevo, te encontraré en esa otra vida, y que si hay un río, me esperarás en la orilla a que llegue a ti, para que podamos cruzarlo juntos.
Lo llamáis esperanza, pero no es más que la agonía del deseo.
Pensaba que parte de mi corazón estaba roto -continuó él, y había una expresión en su rostro como si le sorprendiera oírse decir tales palabras, decir mi corazón-. Para siempre. Pero tú.
Te quiero, Jace Wayland... Herondale... Lightwood... como te apetezca llamarte. Me da lo mismo. Te amo y siempre te amaré, y fingir lo contrario no es más que una pérdida de tiempo.
Es más fácil acabar con el amor que alguien siente por ti, que con el que tú sientes por él.
Y sin embargo, cada hombre mata lo que ama. Que todos oigan esto, unos lo hacen con una mirada torva, otros con la palabra halagadora; el cobarde lo hace con un beso, con la espada el valiente.
Somos todos los trozos de lo que recordamos. Tenemos en nuestro interior las esperanzas y los temores de aquellos que nos aman. Mientras haya amor y memoria, no existe la auténtica pérdida.
La virtud de los ángeles es que no pueden empeorar; Su fallo es que no pueden mejorar. El fallo del hombre Es que puede empeorar, y su virtud es que puede mejorar.