Imágenes
Hay dentro de mí un llamado de caminos.
Carmen Naranjo
Atardece mi casa y su corredor de begonias se ilumina de rojos.
Tu voz de nostalgia huye con sonido de tren en mi memoria no en la tuya tan cercana a la mía de olvidos y rincones sobre inventarios de deslices.
Color deseo y descubro color me siento y me desnudo color. Color sueño y color despierto.
Se me ocurre tu nariz sobre mi frente, tu boca sobre mi corazón, tus dientes clavados en mi aire y no se me ocurre decirte que te quiero porque resulta obvio entre silencios de rubor y palabras opiniones sobre lo que realmente no me importa ni me ocurre.
Mis palabras son vientos oscuros que arrasan páginas y llantos donde la luz no llega.
Si estas reflexiones llegan a la orilla de un pensador, la misión está cumplida.
Me gusta estar con vos, me está gustando es más, creo que sin vos se angosta el espacio y falta aire en rincones íntimos.
Ayer te busqué en ese asiento vacío del avión en ese asiento vacío del parque en ese asiento vacío del vestíbulo en ese asiento vacío del taxi en ese asiento vacío del comedor en ese asiento vacío de mi cuarto. Hoy te seguiré buscando.
Y amo y todo se parece a lo que amé una vez, triste, más triste que antes porque algo se fuga en la misma fuga de siempre.
Y en la larga mudez de mi ausencia, recuerda el desvelo de mi lucha con la palabra.
En un mar de insinuaciones nos perdemos en comas bulliciosas comas que evaden nieblas frente a tu firme deseo, desvestir transparencias.
En los espejos mirando a lo eterno hay siempre muertos muriendo una muerte exigente, muriendo de sed de volver.
¿Decime si podes decirme dónde crece la luz que sólo noche me amanece en el alma?
Y el pueblo con mano extendida por el pan, por la justicia, por la libertad, puertas tan anchas para pocos y tan angostas para muchos.
Siempre he creído que el artista trabaja en un ambiente de angustia y desvelo, pero no pierde su sonrisa y simpatía, porque al fin y al cabo es el dueño de un tiempo que no se mide con el reloj.
Hay algo de mi sombra en tu sombra, hay algo de mi sueño en tu sueño, hay algo de mi frío en tu invierno.
Me importa una cama, me importa un techo, un pan, un amor para ese todos que los políticos disuelven en unos cuantos.
No puedo quedarme en las cosas eternas porque tengo sangre, tengo pies, tengo adioses en el pelo y olvidos en los ojos.
Impertinente símbolo de mejor apuntar y apunto destino sin saber por dónde que inmenso es el olvido.
Una poesía es poesía si agregas algo, si inventas una palabra, si cantas en tu corazón, si mueve tus manos si crece en tu alma.