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La fuerza hidráulica más poderosa del universo, es la lágrima de una mujer.
Carlos Fisas
Alejandro Magno increpaba a un pirata que había capturado echándole en cara su profesión. Soy pirata -se oyó responder- porque no tengo más que un barco. Si tuviera una flota, sería un conquistador. Alejandro le dejó en libertad.
Las conferencias deben ser como las faldas de las mujeres: suficientemente largas para contener algo y suficientemente cortas para despertar el interés.