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Ahora ya sé, aunque tarde, que para tener honradamente unas pesetas hay que saber ganarlas con el propio trabajo, sea en un oficio manual o con el esfuerzo de la inteligencia.
Carlo Collodi
¿Qué murmuras entre dientes? Preguntó el Hada con acento de disgusto. Decía...-balbuceó el muñeco a media voz- que ahora ya me parece algo tarde para ir a la escuela. No, señor. Para instruirse y aprender, nunca es tarde.
¡Nunca hubiera creído, chiquillo, que fueras tan delicado de paladar! ¡Malo, malo, y muy malo! En este mundo hijo mío hay que acostumbrarse a comer de todo, porque no se sabe lo que puede suceder. ¡Da el mundo tantas vueltas!
Para instruirse y aprender, nunca es tarde.
Y ya que no te gusta ir a la escuela, ¿Por qué no aprendes al menos un oficio que te sirva para ganar honradamente un pedazo de pan?
Cuando la miseria es grande y verdadera, hasta los mismos niños la comprenden y la sienten.
¡Anda! ¡Parezco enterarnente un señorito! - Es verdad, replicó Goro; pero ten presente que los verdaderos señores se conocen más por el traje limpio que por el traje hermoso.
Y aunque Pinocho era un muchacho de natural muy alegre, se puso también triste; porque cuando la miseria es grande y verdadera, hasta los mismos niños la comprenden y la sienten.
Los verdaderos pobres que merecen compasión y socorro, sólo son los que por motivo de edad o de salud se encuentran imposibilitados para ganar el pan con el sudor de su rostro. Todos los demás están obligados a trabajar de una o de otra manera, y si no trabajan y tienen hambre, es por culpa suya.
Los verdaderos señores se conocen más por el trajelimpio que por el traje hermoso.
En menos de media hora pasaron otras veinte personas, y a todas les pidió limosna Pinocho; pero respondieron: ¿No te da vergüenza? ¡En vez de hacer el vago por el camino, valía más que buscaras algún trabajo para ganarte el pan!
¡Amigo mío, has salvado a mi padre, y mi agradecimiento es tan inmenso, que no puede expresarse con palabras! ¡No te olvidaré nunca, porque los ingratos son los más despreciables de los hombres!
¿Qué nombre le pondré? -preguntóse a sí mismo-. Le llamaré Pinocho. Este nombre le traerá fortuna. He conocido una familia de Pinochos. Pinocho el padre, Pinocha la madre y Pinocho los chiquillos, y todos lo pasaban muy bien.
Entonces, ¿Por qué te has resistido tanto para beberla? Porque los niños somos así. Tenemos, más miedo de las medicinas que de la enfermedad. ¡Pues muy mal hecho! Los niños debierais recordar que una medicina a tiempo puede evitar una grave enfermedad, y aun la misma muerte.
Cuando el muerto llora, es señal de que está en vías de curación, dijo solemnemente el cuervo. Siento mucho contradecir a mi ilustre amigo y colega, replicó el mochuelo, yo creo que cuando el muerto llora es señal de que no le hace gracia morirse.